Gaston Medina Vazquez

AGUA DE CHARCA

Altos  acantilados como fieros centinelas

desde el fondo del abismo imponentes se miraban

cual celosos carceleros resguardaban la pozuela

a la que sólo sapos y otros bichos visitaban.

 

Más nada estaba oculto

para el que todo quiere y todo puede

él que con arrogante faculto

su señorío  accede.

 

Imponente su presencia

cuál todopoderoso

en el fondo del barranco

su pulcra planta posó en  suelo fangoso.

 

El jade de su mirada

en la turbia agua se reflejó

y el opaco líquido que ondulaba

entre sus manos tomó.

 

 Le retiró las impurezas

y cristalina le dejó

con otro aspecto, fresca  y  radiante sin tristezas

al contemplarle el corazón le robó.

 

Le transformó en vapor

y a las alturas le llevó

para que mirara un mundo mejor

algo muy diferente a lo que siempre vió.

 

Tanta fue su alegría

al verle maravillada

su risa fue sinfonía,

para él música sagrada

 

Para que siempre gozara

las maravillas del mundo

y una eterna sonrisa su alma dibujara

le convirtió en nube en amoroso segundo.

 

El cielo fue la morada

de tan singular pareja,

el amor es canción apasionada

es luz, es fuerza sublime que aún de acero rompe la reja.

 

Fue tan grande el resplandor

que lastimó pupilas envidiosas

tal parece que el amor

si no es tuyo y si es ajeno es cosa  culposa.

 

Lastimarón su nuevo mundo

su corazón se rompió

añoraba tristemente aquel foso inmundo

que siempre le protegió.

 

Se murierón las ilusiones

la insidia y la mentira dañaron ese amor

no fue suficiente un beso

había mucho dolor.

 

La nube se volvió agua

y a su charca regresó

él la mira desde su mundo

ella el nivel más bajo buscó.

 

Allí es donde pertenece

rodeada de fango allí  le puso un Dios

alimañas le visitan aunque día a día fenece

nunca debió sacarle aquél que le dividió el corazón en dos.

 

 

Gastón Medina Vázquez