Alberto Escobar

La Rosa

 

No le toques ya más, que así es la rosa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Déjala tranquila, déjala en paz.
Una rosa es una rosa, con sus colores,
con sus corolas que hieren los ojos,
con sus undosas hojas, con su sépalo
verde que apunta hacia su sustrato.
No la toques más que la marchitas.
No quieras en su perfección que no sea rosa,
que rosa tiene que ser, con sus espinas,
con su sangre que brota de tu dedo
tras recibir sobre tu piel la seda
de su recelo.
Déjala así, que de ser así no pasa,
que no sabe ser de otra manera,
que no sabe oler a nardos o a jazmín,
a lirios o a azucenas, no sabe...
Déjala que te arañe la piel y la entraña,
que si osas ignorar su belleza
con el desdén de tu mirada
serás presa, presa de su arrogancia.
Ya lo dijo la poetisa: una rosa
es y solo puede ser una rosa, nada más...
Déjala que así sea y así muera de tanto ser.
Déjala y notarás la fragancia
dentro de tu pituitaria amarilla,
¿o era roja?
Déjala, y verás qué hermosa.