Lourdes Aguilar

REFLEJO

Me duele tanto mirarme al espejo
y saberme entre todas las especies
la única responsable de su infortunio
me agobian y pesan tanto los disfraces
todos creados a partir de mis errores

Soy el desamparado mendigo de la calle
siento su derrota, su soledad, su hambre
soy quien refleja en ese rincón la pérdida
de la dignidad, la esperanza, la vergüenza
soy el insulto más claro de la opulencia

Soy el animal que nadie aprecia o compadece
pero gime y se lamenta en los rastros
ante la inevitable cercanía de la muerte
soy la sonrisa satisfecha
del que su carne ofrece en un banquete

Soy el bosque, la selva, el arrecife
que a cada instante, en un instante es allanado
siento desfallecer sus pájaros, sus peces
soy el boquete estéril que ahí queda
la raíz agonizante arrancada de sus entrañas

Cómo me duele ver mi reflejo como un virus
mirar mi fisionomía corroída
ofreciendo rezos a un dios impuesto
soy su imagen colérica, despiadada
destruyendo insensato su propia obra

Mis odios me lanzan a la guerra
soy su poder destructivo accionado
bombardeando arrogante los confines
recibo además por ello honores  y medallas

soy el enemigo derrotado
que vaga entre escombros calcinados
Soy el ambiente acre desolado
el regazo ensangrentado de su patria

soy abuelo, padre,hijo y nieto
impotentes ante la brutal rapiña
drenados los ojos por el llanto
sin bálsamo que cure sus heridas

Me duele escuchar impávida las noticias
e inventar mentiras para consolarme
soy el manco, el sordo, el invidente
que satura plazas, mercados, cines
ajeno a la pena en otro espejo

Soy la máquina insensible cada día
a la tierra, al aire, al sol y a la lluvia
consumiendo los productos que la dañan
soy quien con su indolencia
devalúa y humilla su existencias

soy la rata que corre a esconderse
cada vez que los elementos enfurecen
mi ego se desinfla en un momento
al zozobrar su cómoda rutina

Cómo me duele mi imagen ante el espejo
mi frívola humanidad queda al descubierto
con los temores a ese umbral que todos cruzan
y ante los cargos que me imputen ese día
sin un argumento que justifique mi cobardía