Carol Elizabeth García Carroz

Telarañas - Parte 2

Sigo viviendo esto, intento tomarlo ligero.
Aunque esta mañana se me dificultó, agarré el tazón de agua de mi gato, iba a llenarlo para que pudiera beber, y sólo mientras fui y volví, ¿mis arañas? tejieron una telaraña en ese pequeño rincón, al cual, obviamente le metí la cara hasta el piso. Y se preguntarán como es que si tengo tanto tiempo viviendo con ellas, no siempre estoy al pendiente de eso, la verdad es simple, como ya saben, intento no prestarle atención, si no ¿cómo podría vivir tranquila y sin más problemas extraños, sin estar al borde de la locura?
Al momento de suceder, no sé por qué o si será mi imaginación, pero sentí como si desde lejos, desde los rincones más pequeños se estuviesen riendo. A veces no se cómo sentirme por toda esta situación...
No sé si es que tienen sentido del humor

 

Al final, me las quité todas con algo de esfuerzo, ¿se les ha pegado un chicle en los labios?, pues así fue hacerlo.
Cada día me encuentro con las anécdotas más insólitas y difíciles, gracias a Dios, vivo sola, en un lugar algo retirado y hasta ahora, nadie más que mi ex, lo ha notado. Hace unas semanas, entramos en invierno, todo es más gris y más frío, más bizarro, asfixiante y sin sentido. Últimamente tienen la costumbre de meterse en mis bolsillos, supongo que sienten que es un buen refugio tibio.

 

Sigo al tanto de mis zapatos, ahora también de mis bolsillos, sigo despertando cada mañana envuelta de esos filosos y a la vez suaves y sofocantes hilos.
También sigo empezando mi día, tras el agobio de esa misma pesadilla. Aunque a veces tiende a cambiar...
A veces si le digo que lo amo y me besa, nos abrazamos y me mira y me contempla dándome una vuelta (Como un paso de baile), cierro mis ojos, y cuando estoy apunto de volver a él, ya no está y cae esta araña al suelo, y salta a mi hombro de nuevo.
En otra ocasión, no me besa pero el baile es más extendido, y cuando me inclina, cuando está apunto de levantarme tan sólo un poco más para besarme, me desplomo al frío y crujiente césped, y cae sobre mí esta araña otra vez.

 

No ha sido fácil, mi mente ya está tan repleta de ellas como mi casa, ya hacen sus nidos en las esquinas de mis pensamientos, y saltan siempre de una a otra emoción, tienen mi cerebro cubierto, a veces me pregunto si también mi corazón, y veo una imagen animada, en donde estoy dentro de él, hay un pequeño sofá, papeles en el piso, una chimenea apagada, y todo, absolutamente todo cubierto de telarañas, yo no en su totalidad, pero estoy dormida con ellas colgando del techo, mirándome mientras duermo, preparándose para empezar a tejerme una vez más...

 

Siendo sincera, estoy asustada, siempre lo he estado, ya ni siquiera recuerdo bien como fue conocer a mi ex, sólo sé que me amó desde el primer instante, y que no me costó nada en mi vida incluírlo. Al principio no le comenté nada, y me sentía satisfecha, pero tras 6 meses de estar juntos, quiso casarse conmigo, se mudó a mi casa mientras hacíamos todos los preparativos, y yo sabia que lo sabría tarde o temprano, después del primer día juntos, por alguna razón no lo vio, en realidad, como en 2 semanas nunca se dio cuenta, hasta que el 2 Marzo del 2018 lo notó, ese día tuvimos una muy muy larga conversación, tenía una mente abierta así que lo aceptó... y como bien saben eso no duró mucho...

 

Pero ya no soporto esta soledad, ya no soporto tener que trabajar en línea, tener que ir al supermercado una vez al mes para que la gente no lo note.
Cada día siento que las paredes de mí habitación se hacen más pequeñas, que se hacen más obscuras, que se tiñen de un verdoso moho, y creo que sólo es un brote irónico de depresión.
He estado muy triste, me duermo mientras lloro, ya casi no como, y mi vida poco a poco se está yendo.
Cada tarde las sigo viendo caminar de una habitación a otra, haciendo quien sabe qué, las veo metiéndose en pequeños hoyos que han hecho, las veo escabullirse, últimamente ni la música me salva, a ellas les gusta la música triste o demasiado potente, si pongo melodías demasiado alegres, empiezan a tejer sus más gruesas redes en los amplificadores. Si tan sólo supiera que es lo quieren, por qué hacen lo que hacen, porqué a mí, por qué conmigo, por qué en estos tiempos tan grotescos y tan fríos.

 

En las mañanas me tomo un café y miro por la ventana las estactalitas que caen, miro como gotean, como suenan cuando caen sobre la nieve fresca, y no sé cómo pero lo escucho, lo escucho y me gusta, es algo que hago cuando no estoy intentando concentrarme en el trabajo.
Ellas escogen mi lectura, me dejan al lado del escritorio libros para leer, y si tomo uno que no es el que ellas quieren, cuando me descuido lo cubren, o mientras lo leo, tejen todo el borde, o se paran en todas en las páginas restantes para que no pueda pasar a la siguiente, a veces me pierdo pensando en qué seguirá el libro, o de que se tratará la historia de la cual sólo vi el título.

 

Creo que el invierno las ha hecho ociosas, y es por eso que ahora están tan pendientes de mí. Creo que están tratando de mostrarme o decirme algo que aún no lo descifrar o descubrir.

Quisiera no estar tan triste, que me complaciera el café, que me complaciera darle a mi gato de comer y beber y sobarlo cuando el quiere, que me llenara ver la tv, o escuchar la música o ver los libros que las arañas quieren.
Desearía que me gustara verlas acompañarme al caminar, que me gustara más su compañía.
Que tal vez, me hicieran menos difíciles los días... Ojalá tuviéramos los mismos gustos, o tuviéramos los mismos gestos.


Pero no... me estoy cansando tanto, y no quiero... me estoy desgastando lentamente y me da miedo.

 

Extraño la compañía de alguien humano, sentir el calor y el amor de otro. Extraño conversar con alguien que no sea yo, hablar con desconocidos de este blog es maravilloso, pero lo siento, no es igual. Quiero ver a otros pies, a otro cuerpo transitar en mi habitación, aquí en mi casa, la sala o el estudio... Ya han pasado 2 años desde la última vez que alguien más que yo caminó por estos pisos, que alguien más que yo anduvo de pies descalzos, que alguien más, usaba alguno de los baños... ha pasado mucho desde que alguien cenó conmigo, desde que alguien me dio un abrazo, desde que alguien me dirigió una palabra audible de amor, consuelo, entendimiento o ánimo.
Aquí en casa no se escuchan palabras, más que las contaminadas de arañas que están en mi mente.


A veces pinto y me refugio en el arte, y no se me ocurre alguna razón, pero todos los cuadros son de un deprimente azul oscuro, todos están llenos de sombras y de hilos, de arañas en algún rincón. Ni siquiera el cuadro más colorido que tengo, carece de la presencia de una araña o una de sus hiladas casas. Mis emociones están descontroladas, ¿o debería decir, controladas?


El asunto es, que lo he intentado, intento encontrar una vía de escape y no la ahí, a veces toco el cuatro o la guitarra, y todo suena como algo, que tal vez sólo yo escucharía, pero no, resulta que las arañas encuentran en mis notas un gran gusto, y el piso se repleta de ellas, y allí están como embelesadas o hipnotizadas, y tan pronto la última nota o acorde suena, un segundo más tarde, solo huyen a sus pequeños rincones de silencio. ¿No es loco?
¿Ven lo que les digo?

Hay tanto de ellas en mí, que sólo las sueño, las pienso, las pinto o las escribo, tanto que creo nueva música y las seduzco...

 

 

 

A veces vienen a mi mente las peores ideas, y las rechazo tan rápido como pueda.
Pero creo que he tenido una buena.

 

 

 

3 de Abril del 2020.
Carol Elizabeth García Carroz.