Luciano Camaño

Carta a la fútil sabiduría en cuerpo de mujer

Salta, en algún día del mes de septiembre de 2019

Estimada:

La historia dispuso que somos unos cobardes
“Que nos la damos de valientes” , “que nos identifica el coraje” cuando en realidad fue el ropaje con el que cubrimos nuestro pellejo, nuestro ser, nuestro yo.

 

El tiempo nos demostró que no somos para tanto, que nos corresponde la distancia porque la noche y el día no pueden convivir en un mismo hemisferio y en estos versos dejo la despedida por no darlo en el bello lienzo de tu mejilla.

 

Que viva el orgullo! Las procesiones se transitan sea por lágrimas al exterior o en el silencio que expresa el dolor por dentro!
Quizás sigas presente en algunos sueños, algunos llenos de melancolía, otros de desprecio ¡Una completa pesadilla o la quimera de la fantasía!

 

En el futuro, tal vez, solo serás un recuerdo o un trago para sopesar la indecisión. Nuestro pasado ya no pertenece a ninguno, solo al interlocutor verdugo que describirá a uno u otro. Mi presente solo al dramaturgo de la ilusión generada y la ganancia frustrada.


  Te dejo un Hasta luego o

  Un hasta nunca.            

Atte. 

El que tu describas que fui.