Patricia Olivera

Huellas eternas

Huellas eternas

(Isaías 53:3-12)

 

 Despreciado y desechado entre los hombres,
experimentado en quebranto, varón de dolores,
fue herido y molido por nuestros pecados,
y por su llaga fuimos nosotros curados.

 

Aunque no hizo maldad fue maltratado,
aún por sus amigos fue negado,
por nuestra paz sin compasión fue azotado,
censurado y de sus vestidos despojado.

 

Como oveja fue llevado delante de sus trasquiladores,
enmudeció, no abrió su boca ni maldijo a sus transgresores;
 por cárcel, por juicio, y de la tierra de los vivientes fue quitado,
más al tercer día, con poder, resucitado.

 

Habiendo entregado su vida en expiación,
quedará satisfecho al ver el fruto de su aflicción.

 

Ahora en Cristo, podemos ser libres del rencor,
del pecado, de la muerte, la amargura y el dolor.

 

Patricia Olivera