Si pudiera alzar el vuelo y coger la luna,
si fuera un zafiro de tu inmenso tesoro,
o la lágrima feliz que vierte tu lloro,
o la ansiada ilusión que tu mente acuna;
si fuera ese niño que se escapó de la cuna,
o el torero que sacrificó el avispado toro,
o el poeta que te canta con decoro
el poema más hermoso que leyó mujer ninguna.
Pero sólo puedo ofrecerte una luna sin brillo,
una piedra del camino, un llanto angustiado,
mi ilusión ajada, un niño hecho picadillo,
un poema que la eternidad ha olvidado.
Y quisiera haber sido tu amante, tu lazarillo,
pues únicamente a ti de verdad he amado.