Andrea St

Espejos y fantasmas

Etérea, preciosa, perfecta, deambulaba silenciosa

en la añoranza de una muerte anunciada.

Al otro lado del cristal, la eterna condenada a la horca

acompañaba ceremoniosa sus… ¿lamentos?

 

Recogía sus lágrimas un delicado velo de lino,

negándose plasmar la tristeza en su nuevo retrato.

A su paso marchitaban los pensamientos,

al mío, despertaban los espejos y fantasmas.

 

Abstraida en la faena del burdo intento de retrato,

revivía momentos sin ningún tipo de remordimiento.

A su lado pintaban emocionados los fantasmas

al mío, ecos descuidados dibujaban en los espejos.

 

Y sería tal vez el trace, que en débil disculpa dijo:

¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo pude abandonarte?

—¡Crack! — Mi sonrisa no alcanzó su mirada,

que inerte y curiosa se paseaba por mis heridas

 

Entre lágrimas y versos me había jurado no amarle.

Pero era hermosa… muy hermosa. Valiente, fuerte, confiable.

Todo cuanto alguna vez deseé ser… Que caí en sus encantos.

La amé. Y tal vez por eso, en su avaricia, quiso suplantarme.

 

Arrancó de mi los colores, sobornó a mis fantasmas.

Me confinaron a la prisión de las decepciones,

A merced de los espejos y sus reflejos que mienten

Condenada a esperar a todas horas su regreso

 

Dibujando en los espejos

Alimentando en el silencio mis rencores

Avivando al calor de los muertos mi deseo de venganza

Anhelado acabar su existencia con mis manos

 

   —Crack-crack —

«¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo fue que me abandonaste?»

(¡Hipócrita!) Prisionera de los espejos y fantasmas,

¿Se puede ser más insolente? ¿A quién crees que engañas con eso?

 

   —Crack-crack —

«¿Cómo llegamos a esto?» Pregúntale a tus fantasmas, los espejos

(¡Hipócrita!) Artista mediocre de las emociones.

Que los míos, hace ya mucho los perdiste para siempre

 

Entre lágrimas y versos, me juré nunca amarte.

Y es porque te amo y me amaste, que, vida mía,

ahora que sangran los espejos… te deseo dulces sueños

 

—¡CRACK!—