Eduh Siqueiros

Tú eres ángel y yo humano

Por el tiempo permaneces atrapada,
sólo para desperdigar fruición
y sueños de libertad.

De carisma estás repleta,
eminentemente eres mujer de alma sin igual,
de naturaleza que cautiva, la cual con sosiego
compartes sin miramientos.

Por todos, con candor bien vista,
por todos con excelsitud muy respetada,
anidando en las almas tu paroxismo,
de los artistas: musa con distinción,
de los férvidos: mujer con esplendor,
de los amantes: dama con soberanía;
por la pureza del sentimiento estás sometida
y por los que aprecian tu amistad
apasionadamente eres homenajeada...
como muestra del propósito
claro, que se ha mostrado con sinceridad,
de afanar entregarte el corazón en recompensa.

Llegaste al mundo
y Dios en su amor tan fecundo
la beldad de un ángel donaría,
entrelazó, lo divino y lo mundano,
tu presencia no es insustancial,
creo fielmente en tu naturaleza,
mas no comprendo como hombre...
tú eres ángel y yo humano.

Te has convertido, inminentemente,
en el modelo más fiel de mi motivación
y en tu recorrido inevitablemente desdibujo
mis vivencias, en las que tuve sosiegos,
mas también prescindí en gozarme de oropeles
soñando tras cabritos y ovejas,
-en el verdor de esos pastizales viviendo al natural-,
por el encanto de las anchuras que rodeaban mi cabaña. 

Benditos aquellos momentos ocultos en mi mente,
mas hoy también me da gran contentamiento
careciendo ya de lo que añoro: esa magia de mi niñez,
al saber que siendo adulto poseo la delicadeza
de rodearme de seres que portan magia de ángeles,
con el don que inusitadamente en ti he encontrado, 
aunque con mi recato... aunque con mi falta de constancia,
tus destellos son en secreto mi inspiración.

Mereces todas las loas, distinciones
y dádivas con que se te ofrenda un presente,
-humildemente homenajeándote-, por todos los instantes
que vives ya con fertilidad en los pensamientos
de aquellos a quienes robaste el corazón.

Soy yo quien debe siempre agradecerte,
por haber dejado atónitos tú a mis sentidos
y no me queda más que con efusión ofrendarte
trozos del fervor de mi alma empaquetándotelos.