Amor que se eterniza,
en cada recuerdo,
remembrando las piezas
y volviendo a vivir,
volviendo a sentir...
lo que en la mente no cesa,
ahí sigue sucediendo,
vuelve a pasar,
con la esperanza de consumarse
precisamente hasta la eternidad
o entramparse en remembranzas.
Se va pero no se va,
a veces no dejo que se aleje
aprisionándolo en el corazón,
porque los entes mueren
cuando el olvido los inhuma,
conservo en mi alma el frenesí
para que jamás esta llama se extinga…
Tormentas, tempestades, torbellinos,
todo acaece en la vida, aunque no parece,
los momentos que son eventualmente rudos se muestran eternos,
pero hasta lo que es imbatiblemente tormentoso finaliza.
Hasta las aguas agitadas en la inmensidad del océano
encuentran en lo recóndito su quietud,
y hasta el doliente que olvidó amar
la vida lo sumerge en mares de plenitud.
Los nubarrones que a la fuente de iluminación
han cubierto, sin oportunidad de escapatoria,
se cansan de ocultar al sol sin retraso
y se van entregándonos la excelsitud en la complacencia.
Las aves que emigran a otros refugios, retornan
y los litorales estando secos se vuelven a inundar,
mis ansias de estar sin amarte no se contentan
y sin enmienda te vuelvo a amar de nueva cuenta.
Renuente el alma se duele por lo vivido,
los ojos van trémulos y se aferran con sus garras
a la visión de lo que fue y ahora ya no es
y el corazón vuelve a pintar historias
de repeticiones basándose en anacronismos.
En la mente, querer y amar, son axiomas
que inducen en una reiteración de manías
más sentimientos al corazón… todo es un revés,
porque de tu monumento quedaron escombros.
Y al alma le hacen falta tantos motivos,
para ya no afanar y ya no amar con relatos
y fantasías en simulacros de un pasado que se ha perdido.
Tétricos son los recuerdos sentenciados a un sumidero,
sin locuciones, solamente en lo rotundo del silencio;
míseros esos recuerdos, me dan pena sus desdichas,
confinados a la condena de estar sin albores,
ni brillos, ni luces, ni crepúsculos, ni primaveras.
Mas cuando todas las cosas ya han sido manifestadas
sólo queda seguir avante con la novedad de las quimeras
y radiantemente llenar de plenitudes a todas las horas.
Adoro este encuentro, sin facciones,
adoro que no tengamos que vernos la cara,
me fascina y me seduce tu identidad
forjada de artificialidad,
así sin intromisiones en lo íntimo,
despojados completamente del alma,
sin el riesgo de que las almas se entrelacen
y debamos quedarnos unidos por la eternidad.
Sembraste una ilusión que ha floreado,
en mi corazón echó raíces
y se nutre de mis palpitaciones,
la necesidad que es impasible me activaste
y debo buscarte todas las mañanas,
aquí a mi lado, escuchando el trinar de aves…
y también la sed de beber de tus labios.
Tu semblante de luminosidad
laceró mi piel con las pasiones
que con ficción se presentan en mi corazón.
Alimentaste nuevamente las esperanzas
para alcanzar la claridad del cielo,
y avivaste al volcán de mis entrañas,
me indujiste amor y delirio,
y me provocaste cúmulos de sueños.
Ahora arranca todo eso de mi ser,
y lleva contigo a mis conmociones,
borra de mi alma todo el pasado,
y desvanece a todos mis antojos
hasta donde nunca yo vuelva a advertirlos
o viajemos juntos con el viento
hacia paraísos con cielos que estén provistos de novedad.
Si dices que te alejas para siempre
yo te olvidaré totalmente: te lo digo,
esfumaré mis sueños: te lo sostengo,
mi mente aunque dócil no podrás asediar más
y apagaré en mi volcán el deseo por ti.
Mis temores habitarán en mi mente.
pero aún así, lograré olvidarte, lo sé,
por eso hoy te manifiesto que te libero,
borraré los momentos y recuerdos
tan felices que con sutileza se esculpieron
en las paredes de mi alma por ingenua.
Aunque mi cosmos detonaré en el acto,
apagaré todo deseo que quedó ardiente
y echaré tu fantasma fuera de mi cama,
buscaré sentir de nuevo el estremecimiento
de otros labios y de otras manos,
para demostrarte que domino mi interior
o para saber ya que eternamente te amo.
Un recuerdo, eso eres siempre en mí,
uno de gran nitidez, y que igual permanece sombrío;
en él tus promesas aún resuenan,
mas no recuerdo ya si te correspondía
con mi corazón, si sentía un arrebato…
quizás sólo ahora pienso que fue así.
Recuerdo que aseguraste caminar
junto a mí en todas las veredas,
mas no recuerdo atravesar los riachuelos
junto a ti en cada uno de mis caminos;
tal vez inventé un falso recuerdo
para pensar que nunca me has dejado,
una justificación para poderte amar,
pero inseparables nunca fuimos
y ahora todos los recuerdos reprimo
porque todas mis expresiones murieron
al sucumbir con desolación bajo el peso
del hastío cuando a ellas renunciaste.
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El amor es inefable, y cuando se ama
el arrobamiento mismo no puede expresarse,
¿qué llega a ser el amor en nuestra existencia?
no hay locución que revele lo que no puede exponerse,
¿qué soy yo cuando mi amada me invoca?
la respuesta no está en la limitación de una oración,
el amor mismo no dilucida su naturaleza
y quizás no soy el amante que pretendo;
siendo el amor en su carácter inmensamente un misterio,
tal vez no he amado con un fervor tal,
quizás he estado simulando.
¿Que será de nosotros? Cuestión inaplazable,
resulta inevitable no pensar en qué cielo
la simbiosis de nuestras almas morarán,
tras esta soberanía en el interior que es inextinguible.
Yo soy el motivo de tus sueños lindos,
soy la noche en todos tus insomnios,
soy gratamente la compañía en tu soledad,
confidente de la sombra que no te abandona,
lágrima que tan desconsolada hace grafías
en tu mejilla anunciándote que te amo.
Por todo esto que sin condiciones te ofrendo:
¿Qué será de nosotros? ¿Alguien lo sabe?
Soy la pronunciación que tus labios
en su inconsciencia emiten en tus recorridos,
soy tu delirio, tu paz y tus estremecimientos,
soy la sonrisa que mis ecos te produce,
causa que sublimemente te da exaltaciones,
la excusa casi perfecta para tu frenesí.
Entonces, ¿Qué será de nosotros, bello ser?
tú ya lo sabes y yo ya lo sé, y no importa,
porque sabes que siempre te voy a amar.
Tal vez, quizás, no sé, pero de pronto
creo que con precipitación hemos actuado,
y a pesar de que tanto nos amamos,
sin dudar nos hicimos laceraciones.
Sí, probablemente yo fui un torpe,
y huí, pero con el pasar de los años,
comprobaré que siempre te amaré,
quizás no fuiste tú, no te haré reproches,
tal vez no fui yo, ¿pero cómo lo sabré?,
necesitamos darnos tiempo, es cierto,
probablemente vivimos
con tanta intensidad y con tanta precipitación
que no nos dimos el tiempo que era adecuado,
y ahora el tiempo es quien responderá
si tal vez, sólo tal vez, muy pronto,
bello ser, hemos de reencontrarnos.
A veces la vida te hace probar el hastío,
sólo para cavilar que no siempre congela,
que hay días que son templados, y días bastante cálidos,
mas aún en el frío hay gozo con el calor
de los seres que inmensamente nos aman,
y aún en el bochorno hay frescuras
de aquellos que con incondicionalidad nos estiman.
Hay sufrimientos, maltratos… hay dolor,
acciones del mundo que aciagamente
propician dolencias al alma,
hay voces con inocencia que justicia piden,
hay mentes con cordura y hay otras en el desquicio,
y también gente con nobleza, gente amorosa
a quien podemos amar y que nos amen,
con quien quizás compartamos nuestras angustias,
con quien quizás la maldad termine.
Me sumo a la algarabía que me atiborra,
en la que la creación canta los himnos
y en el canto se colorean cielos que no fenecen
y que conversan en lo espontáneo
con las callejas de mi arrabal en su clandestinidad;
y cantando remonto hacia los altozanos
que rodean el calor de mi gente,
agradeciendo al cielo por los amores
que en mi grata vida han estado a mi lado.
Y agradezco la complacencia de mis ojos
de ver a la dama por los senderos,
coqueteando con los ciruelos en su galantería,
entonando melodías con esos labios de carmesí,
acompañada de los clarines que los serafines tocan;
¡oh dulcísimo ese sabor a golosina
que posee en su angelical boca!
los capullos de cristal le adornan
su cabellera con su porte de seducción,
de donde emanan los manantiales
en el que sacio la sed de mi alma.
Todos mis sueños se hacen realidad
en la sonoridad de este concierto.
La pereza acosa hasta al incendio,
hasta la pasión necesita reposo,
quizás sea solamente parte del juego
para recobrar los bríos del paroxismo
o del alma es un anuncio que solicita
más fogosidad, de cualquier modo,
después de la ociosidad el ser se enciende
y atiende las exigencias de la incitación.