Eduh Siqueiros

Afablemente en la tristeza

En esa sombra donde escondes tu solidez
están los brazos tuyos que a tu cuerpo me encadenan;
es imposible escaparse de tu presencia
que tan etérea envuelve mis magines
y del sabor de tus labios que a mi alma emponzoñan,
ahora que intento balbucir un «te amo»
y te buscan mis ojos entre los celajes;
aunque tu existencia finiquites
y tu esencia en el vacío del infinito se vuelva nada,
serás tangible en las penumbras de mis noches de noviluna.

No quiero matar al eco de mis risas
si aún tu rostro está repleto de refulgencia
y el contorno de tu boca está finamente definido,
luego si tus brazos en su agobio pretendieran envolverme
mi boca con gusto también se afanará en besarte;
mientras una fragancia de poca intensidad provoque
un recuerdo acerca de mí en tu mente
-que quizás olvidadiza se resiste en recrearme-
y fingas desaerme y pienses que en mí piensas...

Mientras mi alma con sigilo te clame:
olvidemos para siempre las injurias,
que estas horas son imperecederas en esta vida
y aun así morirán si nos resistimos a lo último del aliento
de tu alma que enamorada se comprime en un suspiro
-para viajar a través del cosmos-
ya que en lo intangible del amor tiene su madriguera.

En lo incierto de este amor que asumes
-tanto en la claridad de la noche
así como en lo umbroso de la densidad del día-
a cada comienzo de la oscuridad
tus inquietudes no materializas
y emites fundamentos de tu reconvención
diariamente en relación a tu contumacia:
que si los días marcas,
que si los horas también,
que si recuerdas y piensas
sumergiéndote afablemente en la tristeza
y en lo tétrico del viaje en que te embarcas;
cada ternura y cada amargura
que acontecieron en lo denso
de las horas, los minutos y los segundos de tu vida;
que recuerdas solamente en lo efímero
del proceso en que fuiste plena,
por la brevedad de la historia tan bella y que ahora se trocó ardua,
que hoy es sólo de amargura y un día fue de paz.

Mantén vivos los recuerdos: son benditos
en tu memoria, del amor que fue real,
aunque prohibido resulte mantenerlos en su vigencia
y crea un mundo que sea alterno al actual
donde seas correspondida,
donde el amor sublimemente aborde tu vía...
y materializa todos los anhelos que se trocaron huidizos,
protégete el corazón por lo mucho que vales,
porque no mereces los desdenes que hoy te laceran,
ama a lo lejos y cree… y lo malo deja de lado,
porque es tan bella la vida
que no cabe que te finjan un sentimiento,
mas no olvides nunca lo bondadoso
y en cada mañana desecha lo malo hacia el aire
y vive: en cada recuerdo tuyo… no en el ajeno.

Tú eres la soledad más claramente acompañada
y por favor no te petrifiques
cuando el hombre de tu vida sobreactúe…
él finge arrebatarte su presencia,
pero nadie puede apartarse en lo trascendente
cuando ya ha dejado marca en el interior;
busca los vestigios en tu mano, en cada palma...
y sabrás que aquel que hoy restringa
todo acceso hacia su persona
es solamente un simulacro,
porque aunque esconda su figura
por el resto de toda esta vida
y aunque el corazón 
se aprisiona en el acto
en un sentimiento desconcertadamente doloroso,
en lo eterno es imposible esconder la esencia
y eso el alma lo sabe, que cuando sea agotada
esta existencia, en lo eterno se alcanza el solaz,
aguarda con paciencia: son interminables los segundos
y espera a aquel a quien tanto tu alma invoca
que juntos se unirán en un mejor cielo
cuando termine por fin este caos,
conserva siempre lo bendito de este afán
y procura no trastornar tu mente.

Una red de sensaciones y sentimientos,
en un acto en el que es mutua la donación,
no sabes lo que esconde la talega
aunque lo deduces en tu mente;
mas se guarda en la alforja
toda indumentaria que es menester
en el viaje y juro que entre más lo pienso
no me arrepiento de transitar
estos lares...
son tus líneas que te hacen más mujer
y las entrelazo con las mías
en cada tramo al andar,
sobre tu páramo hallo el escondite
cumpliendo todas las quimeras
que se habían fecundado en el centro de mi ser.

Aprisiona la eternidad en un segundo,
haz en tus manos a lo infinito, preso...
e inmortaliza a este corazón
que se ha quedado desahuciado,
graba tu historia en mi frente con tus labios
y esfuma de mi sien todo lo inicuo
que a mí me hace bien si comprimes en un verso,
la dispersión en la que me enajeno,
para no sentirme lejos de ti en este mundo.

Si me extrañas... ¿tal vez me amas?
por supuesto, es que sin mí no vives,
y yo para endulzar mi vida basta un aderezo,
el endulzante proveniente de tu boca,
pero, ¿acaso me amas?
dame tu dulzura que así alcanzas
la aniquilación de mi amargura
que con intensidad me aprisiona,
cúbreme en esta existencia
que porta una capa insoportablemente fría y nefasta...
envuélveme con el abrigo de tu sonrisa,
¡ay, tu alegría!, hazlo...
solamente si en verdad me amas.

Se mi ángel y resguárdame en mis jornadas,
y dame tu corazón
antes que con tu ausencia me mates;
si me amas, entrégame tus pulsaciones
para reactivar a mi corazón,
mándame señales, mensajes o sonidos
para saber que me buscas como te busco,
con la certeza de que si muero
viviré aún en tu espíritu.

Te extrañas mucho más a ti misma
en esos instantes cuando estabas a mi lado,
ahora que aconteció nuestra ruptura,
razonas en lo que tenías por incierto,
porque sabes que esos fueron los momentos
en que eras más tú
de lo que normalmente eres;
pero es grato que sin rencores
extraigas del cofre
los recuerdos que produjeron arrobamientos,
tan sólo para no admitir que aún me amas.

Asombro y admiración, induces
y es timorato mi corazón que está acurrucado
en reconcomios, los que hoy se presentan
bastante cómodos pero asfixiantes;
tú no frenas tus pasos siguiendo fulgores,
esas luces que siguen los locos,
pero confías en las lecciones
que involuntariamente recibiste de la vida,
atrás de tus huellas: tierra, madre y amigos,
se quedan, trocándose inolvidables…
barruntando vas, y entonces te resulta
inevitable pensar en el promotor
de tus recuerdos, y de sus momentos que se trocaron memorables,
en las noches de brillos que relucen
quieres saber qué hace, qué piensa, qué siente...
hoy sigues recta en tu camino
aunque es todo sinuoso y vas acompañada de esa rapsoda
que gobierna la noche y la alumbra de nostalgia,
permaneces sin olvidar tu origen y los brazos que te aguardan.

Me asombras y te admiro… y hasta te recibo,
porque mucho ya has ganado
por el sólo hecho de haber seguido tus sueños.

Tantas autobiografías,
con tantas páginas en blanco,
de un libro que aún no se puede epilogar...