Pedro Javier Martin Pedros

Grito desesperado

Allí, donde tu grito
quiere ser apagado y pisoteado,
está el corazón abierto
a la lucha por la justicia.
En el vacío de atardeceres,
de caricias traicioneras
y besos sin sentido,
levantas tu puño cerrado
sin olor a venganza.
Tus pechos secos,
marchitos de dolor
amamantan miradas
de cálida ternura
que ya no volverán.
Mujer, amante de la paz,
que buscas la esperanza
del amor que no es utopía.
Mujer, faro de luz y grandeza,
tus entrañas son mis entrañas,
tu grito lo hago mío
en el compromiso universal
de la lucha por la no violencia.
Te regalo el dolor de este parto
hecho poesía.

Del libro: Miro el reloj y quedo ciego