Morrigan17

21 de Febrero del 2020

Hace algún tiempo que no escribo, mi mente se encuentra en estado caótico; tengo profundos temores.

Durante aproximadamente el último año mi vida ha dado muchos giros, de aquí para allá de allá para acá. Estuve enferma por una pielonefritis con sepsis, hospitalizada una semana y con el temor latente a flor de piel, mi mayor temor, temor a la muerte. No es la primera vez que escribo de esto, desde que aquel amigo mío se suicidó, mi posible temor oculto salió a flote y no deja de atormentarme; antes era extremadamente fácil decir: moriré y ya. Hoy en día no es así, me cuesta asimilar lo natural de la vida. En aquella ocasión mi mayor apoyo fue mi reciente novio, Jorge Mantilla, su compañía fue invaluable y durante todo este año lo ha sido también. Ambos tuvimos miedo, ambos lloramos, sin embargo, él fue fuerte y me acompañó, en las buenas, en las malas, en las agrias, en las dulces. Sólo recibí la visita de una amiga cercana, fue inesperada y reconfortante; no estuvo nadie más, a pesar de saber de mi enfermedad. Me enteré meses después que inclusive alguien le sugirió a mi amado que no debía cargar con mis problemas, ni de salud ni de nada, así es la vida. Durante ese tiempo hemos pasado por tanto que ahora vivimos juntos, hemos luchado una y otra vez con mis problemas de salud, tuvimos un aborto complicado y el aumento de mi crisis de ansiedad que no me ha permitido dejar de fumar.

En esta semana presenté un dolor fuerte, agudo, en el estómago, con náuseas, vómitos e irradiado a la espalda; en urgencias tres veces lo diagnosticaron como gastritis. Esto, un día después de mi cumpleaños. Al insistir en que me hicieran exámenes se dieron cuenta de un problema en la vesícula sin cálculos y una pancreatitis leve. La ansiedad y el estrés me carcomen nuevamente, mañana tengo una ecografía y el lunes una revisión por cirugía general. Nuevamente, he contado incondicionalmente con mi amado, con su apoyo, sus palabras, su tiempo, su familia y su todo; en esta ocasión, he contado más con el apoyo de mi madre. Olvidé decir que en aquel episodio de pielonefritis mi madre estuvo ausente al inicio, algo incrédula. En contraposición, ¿dónde están aquellos amigos con los que he gastado dinero y tiempo?, nuevamente, estoy acompañada por mi amor, mi familia y escasamente, uno o dos amigos, nadie más. ¿Qué te enseña la vida de eso?, a parte del deber para superar un latente temor, la necesidad no de odiar pero sí de depurar las amistades que aún quedan que no son mútuas, dejar el intento por permanecer al lado de personas que al fin de cuentas por un x o y comentario sin sentido se van de tu vida cuando los necesitas o simplemente deseas que estén ahí, así como tú estuviste en otras ocasiones. 

A pesar de las circunstancias, de los temores, el mayor deseo de mi alma es superarlo y cambiar radicalmente mi estilo de vida, porque hay familia y un hombre con el cual deseo compartir muchos años de vida, sin importar la cruda realidad de la muerte, sin saber si un día lograré encontrar definitivamente a Dios y no temeré más, mi mayor deseo radica en construir mi vida.

No siempre escribir necesita prosa, versos, relatos, fantasía o lo demás, a veces escribir simplemente es eso, escupir sin temor, con veracidad y destapando el alma.

Cariño mío, si mi último día llega primero que el tuyo, como todos los días, no olvides nunca que te amo y te amaré infinitamente.