Santiago Miranda

El primer paso es mirarnos a través de la oscuridad

 

 

Que viene y va; nuestra condición de oscuros, y en cuartos pequeños reintentar la creación o el juego, fallido hasta luego, decimos, nos gusta también perder

Inseguros del término, imposibles de acabar, en sí, aunque ansiosos, crónicamente inconclusos : por completar los cuerpos, mejor acabarnos o hacernos acabar, sin destruirnos del todo

Fragmentarios como piezas inseparables, del mundo o del sueño que fue; ausentes de otro sentir que el sentir como única condición del mundo, móviles y fugaces, formados por el acto inequívoco; salto dudado entre abismos

El primer paso para ambos fue, tocar lo nombrado, descubrirse en el acto; similar a los primeros hablantes y únicos, exactos, al develar los últimos pliegues del placer, ocultos, tras la escena del día: palmar estigmas a través, de la larga noche y triste, que fueron los días; pasadizo y pasados

Eternizable de la-no-verdad, imposibilitados de ser ambos no más que posibilidades débiles; limitados a los votos sistemáticos de pobreza, silencio y obediencia. En votos que fueron dados, a los hijos sin dios, por la fuerza del mercado

Llenos de rabia volver a la espuma o el amor, moldearnos a través de incompletitud, constante del polvo y sudor, duda y hambre

Fragmentarios e inhubicables dentro del cuerpo, todo superficie; profunda piel del sueño, etéreas formas de ser, serán, a pesar del duelo

Reconocer-se ciegos de amor, muertos de voluntad, febriles de deseo; más acá del ser o no ser; está, el tener qué o cuál en la medida de las necesidades : la existencia virtual del otro

Como el último misterio; la dependencia en lo oscuro y salvación, ante la angustia o la muerte, de ambos o ninguno