A. Martinez

SanaciĆ³n.

 

aquella vez
la primerísima
en el instante
mismo
que tus senos
poblaban
de ecuaciones
con su frescor
de leche
mis circadianas
manos
un mundo de
agua clara
cayó desde
la tarde
abortando
los inviernos
sellando con
cuño de arena
un pedazo
de mar
para nosotros
y un temblor
se abrió paso
desde mi sexo
al tuyo
curándonos
la soledad


Eduardo A. Bello Martínez
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