Si un día dejo de amarte
y no vuelvo a dedicarte
ni uno solo de mis versos,
si dejo un día de añorar
que en mis sueños puedas estar
y seas sol de mi universo.
Si un día me decepcionas
o simplemente me traicionas
y el corazón no te respalda...
Si un día cualquiera
te encuentro y tú altanera,
callas y me das la espalda.
Si dejo un día de escribir
y no te vuelvo a decir
nada respecto a lo que siento.
Si simplemente descubro un día,
que las cosas tuyas y las mías
se las ha llevado el viento...
Entonces hablaré con Dios,
pues aunque no escuche su voz,
Él sabrá contestarme.
Y le preguntaré
por qué si tanto te amé,
tú nunca pudiste amarme.
Y le volveré a preguntar
por qué me enseñó a amar
con todo, así, sin reservas;
por qué tu nombre, cada día,
lleno de luz y de energía
en mi alma se conserva.
Por qué no me enseña a olvidar
o que me permita odiar
a quien ahora amo tanto.
Que me diga por qué me conociste,
por qué pienso en ti y es triste
que seas tú la causa de mi llanto.
Pero Él sabe que dentro de mí creces
y que te he amado los meses
que conociéndote llevo.
Y que si muero y puedo volver,
yo volvería a nacer
para amarte de nuevo.