Mi mente es mi mayor condena ante las maravillas que generan tu sonrisa.
Me niego a vanagloriarte y lo digo entre palabras sonsas; quiero sentirte mía de tal forma que cada suspiro de tu alma lleve mi nombre, que hables de lo que sientes por mi causando el mismo sentimiento que guardas, quiero que me sueñes despierta y que con cada latir sienta el peso de tu ausencia, que tu presión suba al sentirme cerca y tus gemidos solo puedan escucharse en mis oídos; que al final de cada día pueda verte a los ojos y tener la seguridad de mi futuro tan incierto lleno de ti, quiero guardar mi aliento en tu boca, lamer la palma de tu mano y conocer el origen tu divinidad.
Que tus pies solo se muevan a el ritmo de los míos y que mis cicatrices llenas del compas del tiempo narren una historia llena de ti; complementada con tu sonrisa y de fondo la serenidad de tu risa.