Sebafel

Reencuentro

Recuerdo el ayer que ya es pasado
con unos ojos llenos de alegría:
te vi crecer, te vi siendo inocente
con la mirada fija en lo infinito.


En tus blancas pupilas (infantes todavía)
devorabas el mundo con tus sueños,
y aunque tu cuerpo era aún de niño
eras un hombre ya dentro de tu alma:
observabas el mundo con somero
pero fuerte optimismo,
irradiabas sincero aprecio hacia tus semejantes,
y nos imbuías cálida y fraternal confianza.


Imborrables serán los juegos de fútbol, de ajedrez
que juntos compartimos. Son eternos y viven
en mi memoria, así como cada cumpleaños
que juntos celebramos con un completo entre las manos.
Son tantos los momentos imborrables
como tantas las ausencias de los tiempos que corren.


Creciste fuerte y sano. Tal vez con una herida,
una sutil herida,
porque todos tenemos nuestras propias heridas.
Y yo también. también me he desgarrado
con lo más bajo y ruin de la naturaleza humana
que a fin de cuentas nos desgarra a todos.


Pero hoy te vi llegar alto, fuerte, maduro.
Y sé que sigues siendo el mismo.
Yo, por mi parte, creo haber cambiado un poco,
espero haber cambiado un poco, tan siquiera un poco.