Yamila Valenzuela

Solemnidad (realidades)

 

 

 

Se siente el rumor musical del río, cuando se desliza y se acerca al mar; mezclándose su calma agua dulce, con la de intensa y bravura sal.

Se amalgaman en tibio los sentimientos, que como una delicada tonada vienen y van, cual corrientes de aguas mansas y de amores cálidos; amores limpios que se sostienen en reciprocidad.

Dos centros enlazados y en total comunión, llevando en la espalda la vida, la madurez, y haciendo con los surcos que les dejó el tiempo un gran guion; un guion de eternidad, con un amor en completa fluidez, amor de sensatez y fogosidad.

vuelan los anhelos, las ilusiones en paridad, con la esperanza pintada siempre de verde, y los aromas de la intachable integridad; pero todo se evapora, se esfuma, se pierde; cual palabras escritas en el viento, en la gran inmensidad del espacio, la distancia y el tiempo; dejando un alma enamorada en vulnerabilidad. Todo se enfrió y se lloró sin parar, fue un amor intenso y sin nada que ocultar.

¿Todo fue un espejismo, un imaginar, un soñar? Quimeras que da el destino de una hermosa vida donde nada pudo germinar, se aró la tierra, abonándose con ilusiones, con fiesta de buenas intensiones y sembrándose al alba con la calidez y la sonrisa de un futuro hermoso que se vislumbraba en la eternidad.

Las palabras no echaron raíces, quedaron infértiles; y esa risa tibia cómplice, se convirtió en intensa frialdad; porque las promesas volaron a otros rumbos, dejando todo en la oscuridad, sin esa inmensa llama que permitió soñar y planear un futuro de amor en un alma que necesitaba amar y con mucho amor para dar.

Se irrespetó el amor, de ella se desconfió; al tener en cuenta otra palabra dicha que de pronto apareció, fueron muchas promesas y a la verdad se le faltó; quedando un alma rota y sangrante, a la deriva; sin nada porque pelear, sin sus heridas poder curar y en eterna soledad. Ahora intenta recoger uno a uno sus sueños, esparcidos en un entorno donde hay poca oportunidad de recopilarlos para volverlos a guardar, en su mundo de sueños y donde la primavera es de eternidad.

Intenta juntarlos con cariño,  respeto y gran solemnidad, asegurándose de zurcirlos con delicadeza y suavidad, con hilos de tiempo, tibio sol, amor y perdón; para envolverlos en las olas de su dulce mar y atesorarlos en su corazón y así toda fisura tapar y que queden seguros en su pecho donde a salvo estarán; así de esa manera en el olvido no se pierdan jamás; para que se vuelvan a iluminar, con esa tenue llama que a su centro nunca dejó de alumbrar.

Intenta abrir sus alas, pero trabajo le costará; puede volar, cual frágil, triste y muy herida mariposa, que por una intensa y brillante  luz se dejó llevar y encandilar, queriendo hacer del amor una hermosa prosa; Una prosa que jamás se podrá terminar, porque es un corazón herido que llevan tormentas que el tiempo no podrá amainar y en donde la lluvia no cesará.

A pesar de lo bien zurcido el corazón con cicatrices quedará.

Pero queda el amor fraternal por el que luchar, así que…¡Vuela hermosa mariposa, vuela sin parar! Que allá donde muere el arcoíris y termina el mar, tu horizonte dorado encontrarás.

Ella voló; levantando el vuelo con sus alas heridas y con dificultad, pero con la fuerza que le dio su alma logró despegar, voló sin volver atrás, y en medio del azul cielo, el arcoíris y el mar, su risa se puede escuchar. No se la pudieron quitar, jamás se la quitarán.

 

Yamila.