Ben-.

Poemas a la luz de Celan-.

Escucha, el miedo insistente,

las parras sucesivas que cubrieron

mi mente, la protesta unánime.

Mil palabras no sustituirían esa

verdad filosa.

 

 

 

El participio perdido,

la escuálida figura aparcada,

el ámbito negligente de axilas

dinamitadas, el miedo, hijo,

el miedo. Vanamente nos sustituye

su alijo de perfumes baratos pero

persistentes. El miedo, es el miedo.

 

 

Alguien que clava sus orígenes

en tus ojos. Que perfila su remota

erudición, en tus iris acongojados.

La desdicha con su poderío total.

 

Baja de los depósitos una brisa con cal.

Desnudos los entramados vegetales

conciben su parcelado jardín. Huestes

de ignominias cazan por estos términos.

Cláusulas del testigo inepto.

 

Baja de los depósitos con cal

de las albercas matemáticas, una

escombrera llena de polvo, en construcción,

sus supremas estructuras. Mi alma

es un viejo trasto anegado por el lamento

y la prostitución de sus caries definitivas.

 

 

Mi cuerpo fluido orgásmico

inunda de fiebres los tumultos orgánicos.

La lentitud de una babosa alquila su funerario

coche bomba. Es el paso del águila

el que confunde. Nosotros estamos de paso.

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