Diego Nicolás García Contreras

Alurio (5)

Tengo la sandia resecándose en el refri, resfriándose. 

Tengo la plancha enchufada, puesta sobre una prenda prestada;
se desintegró, lo usaremos como paño para el piso. 

Tengo prisa por cerrar el portón, para quedarnos solos; yo y los espíritus.
 

Tengo una piscina llena de juguetes y el agua me la imagino;
mejor no, echaré a correr la manguera y mojaré todas las cabelleras disponibles,
y hundiré las pelotas para que vuelvan a aparecer en la superficie.

Esta vez no me comeré las fosforescentes, ni las suaves pero marcaré varios caminos entre el cielo y el caos.

 

Hoy te haré el amor en la silla, no tendremos relaciones, solo seremos uno por un ratito,
olvidaremos el amor y el odio y lo fundiremos entre jalones y nalgadas, entre dóciles miradas y abrazos con el corazón. 

Ayer te dejaré viajar como antes, con el cierre abierto de la cintura hasta la enredadera que reúne todos los momentos.

Una vez tu piel se quemará y te darás cuenta de que el reloj es la sirvienta de los estropajos.