Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Mi Alma en un Fantasma -Parte II~**

Y llegó al cedro más abajo de lo inesperado, de lo inusual, de la magia trascendental de amar bajo el perjurio de un amor casi total. Y soslayó en penas y dolores, cuando en la mañana se vió el tiempo nefasto, de amar bajo el nombre del amor, sin intensificar el deseo de vivir o morir bajo el nombre de esa pasión ardiente que sólo ella sentía por José. Y se vió reflejado en el espejo el rostro de ella. Cuando en el interior del tiempo, sólo perpetró una osadía, que por el día, se aferró a la manera de ver el intenso dolor, cuando en el momento, se aferró al desierto, en una jaula de emociones en amar a José. Y era ella, Herminia, la de la melodía en violín. La que tocaba armoniosamente el violín, sentada en la piedra aquella del llano del Hoco, con su manantial aferrado al intenso ingrato porvenir de morir bajo el dolor de aquel amor. Cuando en el deseo de amar lo que se obtuvo aquí, el tiempo, en hálito frío, sólo el tiempo, quiso en ser lo que fue y será. Lo que ocurrió en el tiempo, una manera de solventar lo que más triunfó, una manera de creer en un solo tiempo. Cuando se entregó al amor cruel y veraz, pero, su dolor fue mayor que sentir amor en el corazón. Cuando en el tiempo soslayó, de una sola manera, de un sólo evento, cuando en el amor se enalteció lo que más quería ella una ardiente pasión, que sólo obtuvo amando a José. Cuando en el tiempo, sólo el tiempo le dió una verdad de que sus padres no lo querrían a él. Por el mero hecho, de que su virtud la había perdido a consecuencia del amor perdido entre ambos. Y quiso en ser a conciencia, lo que no pudo ser y dejó una herida abierta por donde el dolor sangró verdaderamente cuando sus padres se enteran de dicho enlace entre ellos dos. Pero, no fue tanto ni por tanto, sino que ella lo esperaba sentada en aquella piedra por donde el amor se paseaba dejando a su paso, la pasión libre y el amor encadenado y atado por el vil suceso de que sus padres no lo querría como tal en la vida de su hija Herminia. Y fue el violín que le dió tranquilidad, paz y sosiego, en cada aventura del amor en que se formó esa tarde de invierno seco. Cuando sus padres saben de la verdad del amor escondido entre ella y José. Y se altera el padre y la madre la toma por un brazo y la deja caer al suelo en señal de respeto y de que profanó el techo por donde tanto y por mucho le dió de comer su padre. Y no quiso más en ser a catapulta una más, sino que le dió y le rasgó el corazón en un sólo susto que cayó nuevamente al pavimento muriendo en el acto. Y era ella, Herminia, la de cabellos rizos dorados como el sol. La que quiso ser a conciencia la amada de José, y la amante perdida del cedro, la del llano del Hoco. Y, ¿triunfó el amor?, pues no, había

triunfado, pues, se amaban con tal grado de superación de pasión viva y de ardiente deseo en aquella piedra por donde se paseaba el sol a cuestas del cielo azul y con aquella melodía que entonaba armoniosamente y melódicamente en aquella piedra donde se veía el ocaso llegar después de amar en cuerpo y alma a José. Y quedó por siempre pintado y adherido el amor, el único amor entre ellos dos, en aquella piedra por donde se paseaba el amor vivo de los dos. Y Herminia, la del ocaso frío, de permanecer fría las manos y de pretender que el amor creciera más, pero, quedó en un insolvente dolor. Cuando en el amor se electrizó, la forma de amar, cuando en la aventura se dió lo que más se dió un corazón latiendo más y más, cuando en el ocaso frío enfrío todo de una vez. Cuando en el ocaso de aquella tarde se electrizó, más y más, su convenio, de amarse a escondidas de sus padres, cuando en aquella tarde se intensificó el calor a cuestas de aquella verdad que le dolió más y más, cuando en la tarde se vió venir el ocaso en aquella tarde en que sus padres se vieron como un vil y mal acto que entre ellos, se vió forzado a ser como el amor inocente y puro, que se entregaron en cuerpo y alma, pero, a escondidas de la gran e inmensa pasión del amor funesto. Y se vió el amor en cada recelos de la vida, cuando los celos o el mal humor les llegó por temor a perder a su hija, la más callada e inocente de todo. Pero, se les fue de las manos, el altercado contra su novio José. Hiriendo pulso a pulso, gota a gota, el corazón débil de la muchacha, cuando el dolor se estremeció de su cuerpo, y el miedo socavó dentro de ella, cuando en la camorra se alteró su dolor y más a su corazón. Cuando en el ambiente entre el ocaso frío, no fue inevitable la contienda entre sus padres y José. Dejando caer en el suelo a Herminia, por un sólo susto que le quitó y le robó su vida para siempre. Porque en el tiempo sólo acabó con el triste dolor de Herminia, cuando cayó sola y en un desierto pavimento. Cuando no derramó sangre, sino dolor a consecuencias del amor y verdadero y puro e inocente entre José y ella. La madre la mira insistentemente en medio de la trifulca y del zaperoco, entre el padre de Herminia y José. Y ella Herminia, lo confiesa todo, pues, su amor lo valía todo. Cuando en el amor se vale de todo, y en la guerra y en el amor, pues, se valía todo. Pues, su amor lo expresaba a cuenta gotas, y en por donde quisiera, menos por delante de sus padres. Cuando en el amor se creció como espuma en medio del mar desértico. Y quiso ser a ciencia cierta una química que le llegó cuando amó intensamente a José. Cuando en el tiempo, sólo quiso ser en verdad un sólo deseo en amar sin hálitos fríos, pero, llegó aquella tarde cuando con su violín quedó destrozado por aquella melodía que entonó por última vez al lado de su amado José. Y dejando un alma fría, solitaria, y volando en entre el viento y el tiempo, asustada entre el dolor por aquella pasión ardiente de volver a amar y de querer en el desierto un frío solitario, que en aquella piedra y en aquella tarde en que el invierno secó a su amor y a su amor verdadero por la camorra entre sus padres y José. Y el amor quiso a ser conciencia por todo, por una vez, y por todas la pasión fugaz de aquel amor perdido entre el llano del Hoco. Y Herminia, quedó entre los escombros del deseo, cuando en el tiempo, sólo socavó, un deseo y un vil momento. Cuando en el acto se debió de entretejer una red que atrapó el mal deseo. Por haber amado a escondidas del tiempo y del acecho del amor perdido entre ellos dos. Se identificó su amor como perdido, entre los escombros de aquel llano del Hoco, cuando su amor se vino abajo, cuando su amor se creyó el más fuerte, pero, era el más débil de los amores y de las pasiones sin destino ni un camino seguro. Cuando en el desierto, se electrizó una mala suerte, en socavar muy dentro del corazón un sólo latir. Cuando en el alma se intensificó más y más, en el ir y venir y subir y bajar del cerro abajo por el llano del Hoco, y cuando en el momento se llenó de buena intensidad cuando ella, Herminia, amó intensamente a José. Y amó más y más a José, cuando obtuvo una gran buena suerte en amar y desear lo que nunca tuvo, un amor y una gran pasión dentro del corazón. Y fue que quiso amar a José, con miras de la gran pasión, que desató en el ayer y en el presente una osada osadía que por el día, precisamente en la tarde, se vió y se notó el altercado en descifrar lo que aconteció delante de ese sol majestuoso que hizo brillar la tarde dentro de la camorra que hizo Herminia con Jośe y sus padres. Y supo que el delirio se intensificó más, cuando en el alrededor se vió el sol reflejado entre el brillo de sus propios ojos. Cuando en el sol se vió el sol en cada paso del altercado entre los padres de Herminia y José. Cuando recordó a su viejo instrumento del violín, cuando se hizo su armoniosa canción, que le hizo amar más a José. Cuando en el ambiente se vió reflejado el sol en cada brillo de los ojos de Herminia, y fue que su corazón quiso amar demasiado, pero, quedó en una sola camorra en que sólo el tiempo se vió reflejado entre sus ademanes más fríos, y que era su propio destino. Y Herminia, lo sabía, que el sueño en letargo tardaría en arribar la gran pesadilla, de creer entre sus deseos más tenues. Cuando en el alma se llevó acabo en saber que el deseo volaba lejos como su alma en libre albedrío. Cuando en el alma se dió como un terrible fantasma que voló lejos desde que el comienzo, se hizo y finalizó con una contienda que alteró su más inevitable deseo en amar lo que quiso más. Cuando entre su más delicada frustración en amar a escondidas se intensificó su cometido en saber que el destino era y siempre será su propio amor por José y no haber enfrentado tal situación en contra de sus padres. Y ella, Herminia, lo sabía, que era su situación más indeseable, cuando ocurre el cometido, de ver el cielo como el mismo techo por donde se paseaba el mismo sol, aquel que le brilló entre sus ojos, cuando ocurrió el altercado entre sus padres y José.                                                                                        

 

Y, Herminia, amaba a José, cuando en el desierto se llevó a acabo una suerte de la invención de su imaginación que logró recuperar la confianza de sus padres y que sus padres aceptaran a José como su amor eterno y más como su novio en el momento. Y por demás, se forjó lo que era su amor entre la sola soledad en aquella piedra donde ella se sentaba a esperar a su amor tocando el violín su canción más melodiosa. Y se llevó el desastre de ver y de sentir el triste dolor por haber escondido un amor que le llevó hacia la muerte y más por la consecuencia de haber escondido el amor, cuando en el momento se llevó acabo si al fin y al cabo, quedó como un amor desertor y aciago en la vida de Herminia. La muerte llegó, pasiva, silente, con dolor, y con tenue luz en su alma, cuando en el momento, se electrizó, lo que recorrió más y más, cuando el amor se dió como una pasión indecente, que luego se tornaría más intolerable por parte de sus padres. Herminia lo sabía todo, lo que sucedería si ellos se enteraran de tal situación. Cuando el amor de ella, sólo se vió empañada por haber sido un amor escondido, perdido, y aislado como teniendo sólo fronteras, en que sólo el destino y el camino se enredaron dejando una triste sensación y un dolor que pasó a ser mortal dejando a su paso una muerte inconsciente, pero, la más real. Cuando se fue del mundo, en un mortal y letal letargo por un susto en que sólo sus padres fueron los protagonistas del altercado entre ellos y José. Y ella, Herminia, la que soltó tristezas y dolores, se debió de alterar lo que más sucedió una camorra en que sólo el destino se debió de entregar lo que más se supuso, un amor como de esos, en que sólo el destino es cruel, como lo que más se dió, como esas vergüenzas a la hora de hacer valer su amor entre todos, pero, no fue así, si fue todo lo contrario.

 

Y era en el Hoco, en el llano, más deseado por Herminia, por el sólo hecho de haber visto a su amado en la piedra sentada y tocado a su instrumento más deseado: el violín. Cuando en la piedra se intensificó más y más, el deseo y el delirio del frío entre la piel y sus manos frías por sentir llegar a sus padres a la piedra del llano del Hoco. Vió en sus ojos el frío tenue, y vió el calor llegar entre ellos con el coraje en que sólo se sintió allí. Cuando en el monte se llenó de virtud, y de un fuerte desenlace. Por la muerte de Herminia entre el monte y el llano del Hoco. Se sublevó el desastre entre lo que impartió los celos en amar lo que conlleva un amor de padres y un amor de hija hacia el amor de José. Era sólo un alma que soltó más libertad y más horro, en saber que el delirio nació en el frío nefasto cuando el mundo se hizo como mundo. Pero, quedó como el mismo delirio, en que se marchó lejos, o como el frío inconsciente, en que sólo se electrizó la forma de entregar el ocaso en ver el instante en que se siente aquí una manera de enfríar el ademán frío por el altercado entre los padres de Herminia y José, su amor. Y era ella, Herminia, la que tocó el violín en señal de escuchar una canción armoniosa para tranquilizar nervios, y saber que el destino es fuerte en hacer valer su camino sin alegrías, y todo, porque la camorra salió mal, muy mal, con la muerte de Herminia. Por estar en contra del deseo y del mal, se llenó de eternos fríos, entre las manos. Y sudó frío, cuando en su camino se llenó de ansiedades y de dolores fuertes como lo fue saber que sus padres sabían de la pura verdad. Cuando en el viento se electrizó, el frío nefasto, la insistencia en desafiar el récord en amar a José. Cuando en el amor se debió de valer de todo, menos el desafío de esconder ese amor. Y Herminia, sabía de lo que le esperaba, pues, su manera de sentir y de ver, la triste situación a escondidas de sus padres se vió forzada en ver el altercado que venía yá.



Continuará…………………………………………………………………...