Eugenio Sánchez

CONOCÍ EL ROSTRO DE MI MADRE

 

Nací allá en un bohío,

en n pueblito, muy lejos,

mi cunita fue un pellejo

de un lindo guacho, merino

que me acogió con cariño

y me protegió del frío . 

 

La partera, doña Rosa,

la que me ayudó a nacer,

dedicada  a su quehacer

me levantó de las patas,

y me colgó cual piñata,

más bien como cualquier cosa,

 

y para salir del paso

 en medio de ese  alboroto,

 me dio un palmazo en el poto

para ver si estaba vivo.

Dolor jamás he sentido

 como el de este cruel chirlazo. 

  

Y lancé mi primer llanto

esa fulgiente mañana

cuando el sol de mi ventana

me hacía cerrar los ojos ,

mas las pulgas y los piojos

me picaban tanto, tanto.

 

No me podía rascar,

ni escaparme de la maja,

me lo impedía la faja

que apretujaba mis huesos,

mas mi madre con sus besos

me trataba de calmar. .

 

Esa mañana de sol

mientras bebía el calostro

conocí el cándido rostro

y los pechos de mi vieja

que me cantaba a la oreja

bellos cántico de amor.