Jose Maria Gentile

Me solté de su mano

Me solté de su mano

sin darme cuenta.

Sin darme cuenta,

salté al vacío,

de los días de jóvenes desafíos,

hacia lo que forma los destinos,

y en el menos imaginado de los caminos,

me congeló un frío,

su frío, casi sin darme cuenta,

que ya era noche para sus latidos,

sin darme cuenta,

que aún su mano acariciaba mi ombligo.

 

Me solté de su mano

y hasta me empujó con su aliento,

me dio la libertad,

además de las alas al viento,

y aún dolorida,

en cada alejamiento,

repitió incansable su apoyo

para construir mi derrotero cierto.

 

Me solté de su mano

sin darme cuenta.

Sin darme cuenta tejió la armadura

para defenderme de las penurias y de las dudas.

Para sostenerme en las tormentas,

tejió velas

y me dio riendas,

para cabalgar en los altibajos

y sortear las contiendas.

 

Me solté de su mano,

pero no perdí el calor de su ternura,

ni el brillo de sus ojos,

que alumbraron mis pasos en las jornadas inciertas.

Me solté de su mano

y aprendí a correr descalzo,

hasta me dejó solo un rato,

para que aprendiera también a extrañarla tanto.

 

Me soltó un día,

para que volara hasta donde quisiera,

me soltó de a ratos

para que también volver supiera,

y me dio con cada palabra

un escalón para escalar hacia lo alto,

y para cuando estuviera en lo bajo,

para salir del pozo sirvieran.

 

Me solté de su mano

sin darme cuenta.

Sin darme cuenta,

se fue en silencio una mañana fresca.

Reservados los derechos por Jose MEMIJOS