Pedro Alexander López

Amantes perdidos

La lágrima que recorre la mejilla triste de quien llora,

es más un testimonio de lo que siente el alma,

una poesía ensordecedora de gritos agudos,

de un corazón roto,

de un alma rasgada,

de esperanzas vacías,

que quedaron en nada.

 

Si un rayo de Sol toca esa lágrima triste,

perderá en ella su brillo,

pues no hay Sol que ilumine el dolor de un vacío,

los latidos marchitos del desconsuelo,

del abandono,

de los abrazos que no están,

de aquellos besos que se van.

 

Cuando en la noche llegue junto a la lágrima triste,

el implacable insomnio que regala sus dichas,

a los enamorados que perdieron sus vidas,

entre promesas rotas de crueles despedidas,

entonces cantará el silencio,

su soneto sombrío,

ese que solo escuchan,

los amantes perdidos...