El otro yo

Juegos de a dos

Caer hasta tu centro era mi juego preferido,

sentir como tú sangre palpitaba hasta encenderte.

Mis manos pincelaban la cumbre y bajaban

mientras tus ojos miraban el cielo que tocábamos

desconectándonos de esta tierra infértil.

El juego nos llevaba a explotar desde adentro

pidiendo más contacto, más de dos en erupción.

La humedad se volvía más caliente y líquida,

los dedos insistían en alcanzar los botones,

en recorrerlos hasta el silencio después de la estampida

Temblaba la tierra bajo dos cuerpos desarmándose,

reconociéndose débiles frente a esas pupilas dilatadas.

Dos cuerpos sumidos en la oscuridad compartida,

dejándose caer nuevamente en el deseo,

penetrando el pensamiento recreado del momento,

la piel suave, el perfume y el calor de tu aliento en mi cintura.