El día de ayer eras sólo una pequeña niña, ahora que el tiempo pasó, debes saber, fui yo, tu primer enamorado.
Antes, en el pasado, te recostaste sobre mi hombro, fue así que una noche velé por tus sueños, pero no recuerdas nada.
En cambio yo puedo recordar, la luz lunar reflejada en tu angelical rostro, fue gozo y placer el verte dormir, sobre mi hombro.
Ayer, te vi reír, contemplé tus ojos inocentes, la dulzura que aún sigo buscando. Parecido al amor, fue como un golpe en el pecho.
De una forma peculiar lograste desatar palabras llenas de vida, nacidas en lo profundo de mi alma.
En muy pocas palabras, las virtudes que hay en mí, la destreza para sanar el corazón, eso lo aprendí de ti, sin intentarlo.
Tengo algo mi favor, tu memoria nada puede recordar, para mí es mejor así, pues no quisiera estropearlo.
El amor conocí en ti, ayer. Espontáneo, como nunca imaginé, una voz interior me lo hizo saber.
Ayer, tú y yo, el amor conocí, en complicidad, un resplandor lunar me ayudó a contemplar tu hermoso rostro.