ALVARO J. MARQUEZ

SIN OLVIDAR

Cuando el tiempo pase inclemente

y la vejez sin tregua me persiga,

tal vez te encuentre por allí,

bella, a pesar de los años;

olvidados los temores y los daños,

me sentirás de algún modo presente

y aunque no te lo diga

tú sabrás que te extraño.


Cuando uno de esos remolinos

de remembranzas llenas de ti,

una de esas tormentas de nostalgia

en las que a veces me pierdo,

no sé si por loco o por cuerdo,

por cuestiones del destino

te traigan de nuevo a mí,

sabrás que aún te recuerdo.

 

Aunque alguno de mis escritos,

imagen de mi sentir de hombre,

testimonios de un amor jurado

con verdad, con legítimo orgullo,

con un dolor al que le huyo,

con un sentir infinito,

no lleven al final tu nombre,

tú sabrás que son tuyos.

 

Y sabrás que no mentía,

que no había más verdad

que tú en mi mundo;

un mundo que sin ti está hueco,

como un río que está seco

porque perdió sus alegrías;

que grito ¡TE AMO! en mi soledad

y llegas a escuchar mi eco.

 

El eco de la angustia de mi voz,

de un pesar tan extenso

que a la locura me lleva

al recorrer tu camino,

locura que a veces no domino.

Y preguntándole a Dios

por qué en el día te pienso

y en las noches te imagino.

 

Y te contarán que me vieron

paseando solitario mi melancolía,

retrocediendo en el tiempo,

buscándote en cualquier parte,

sufriendo por no encontrarte

y que triste me sintieron,

tú sabrás reina mía,

que no he podido olvidarte.

 

Y sólo muriendo te podría olvidar,

pero eso también puede ser incierto,

pues, cuando ya me estén enterrando

y veas mi cuerpo extendido,

tú tendrás que pensar

que estás en la mente del muerto

que no te enterró nunca en su olvido.