Isabella Serrano

JK

Me recuerdas a una noche estrellada, a un atardecer en medio de la playa. Tienes un magnetismo que corre por tus venas y haces que todos volteen a mirarte. Complementas la habitación que cobra vida al presenciar tu aparición. Eres como un niño que busca diversión y peligro, no te da miedo lo desconocido, juegas con el destino y fantaseas con bajar mi vestido.

Eres tan rebelde como un loco adolescente, pero estás bastante consciente del hombre que ya eres. Siempre me pregunté en cómo se debatía tu mente, entre ser la persona que todos quieren y ser verdaderamente quién tú eres. Tan irreverente que aveces callas para no herir a la gente, políticamente correcto con el aspecto de un anciano decrépito. 

No recuerdas quien eres cuando juegas a ser de nuevo un alocado adolescente, cada una de tus traiciones las guardo secretamente, esperando que llegues a casa y que recuerdes a quien verdaderamente amas. 

No he sido una mujer sana, pero he estado contigo en cada una de tus grandes hazañas, sosteniendo tu regazo, sonriendo a las multitudes, cumpliendo perfectamente el rol que Dios me ha encomendado, de siempre permanecer a tu lado. 

Me recuerdas a la llovizna que se convierte en tormenta, tan maravilloso que causa escalofríos, tan tremendamente peligroso que causas gemidos. Recordé como había sido nuestro inicio y esas fueron las bases para permanecer todos estos años contigo, te recordé esos sueños que habías tenido y en como te habías encargado de convertirlos en absolutas realidades. 

Y a a pesar de todo lo que hemos vivido, te ame, te amo y te amaré, por siempre.