Jesús Oscar Ugalde

Las otras décadas

 

Siempre presente o insinuante clave viva se enclaustra circunspecta,

el arcaico embeleso, el hábito tan casual,

Esa nube melancolía curiosa, la negrura perdurada primeramente,

Mirando, invocando a armonizarse en el ser que fue, el mismo de siempre.

 

Es volver, volver a los amigos (si acaso), a los amores (las amadas mujeres en su cuerpo aproximándose experimental augurio, el juego de las bocas juntas, de las otras cosas, puntal carne-sima)

 

Es volver a ver, atender, suplicar por terminar el acto cuyo fortunio desapareció. Los terruños de la infancia, el viejo vecino saliendo a posarse sobre la banca de su casa, tomando el sol… y desapareciendo su huella viva, quién sabe qué día ocurrió.

 

Es volver, también el pan con leche, azucarada bendición una mañana, la última mañana. Las calles apenas dibujadas, su terracería hueca en los bríos geómidos.

 

Es una anciana triste, es imagen móvil y viviente, abandonada en el olvido, siempre bienvenida la sonrisa diáfana de un niño, más  obsequio, más abrazo.

 

Está el lugar, a pesar de haber cambiado a escala irreconocible, pero el eco vibra cuando le veo tan cerca.