BlackEar

Luz de sombra lunar

A ti, que cruzas el espectro de mi mirada, dándome visiones enceguecedoras, prismas rutilantes y canciones de colores eternos.

Te declaro abiertamente mi emoción.

A veces lo pájaros salen del nido. Y sólo después de volar por un tiempo, son capaces de esclarecer sus rutas.

Mi cuerpo ha permanecido inmóvil, hasta la llegada inesperada del “otro”.

Querido apasionado, júbilo de esperanza, cúmulo de expectaciones.

No haré de ti una ilusión, sino más bien el retazo de la luz lunar.

Y es que has iluminado la oscuridad que creí guarecer eternamente en mi regazo

Aunque el enigma del desconocido aparece, pero no prevalece.

Tengo miedo de que las garras del tiempo subyuguen la inevitable fantasía, aunque los momentos sean más que cielos surcados con el mejor planeador.

Espero paciente ante el compromiso anhelado, cual niño que reacciona ante su primer cumpleaños.

Vuelo deseoso, lleno de esporas de indecisión, esperando aterrizar en una planicie favorable. 

Sin embargo, de seguro encontraré tu morada y me acurrucaré en la sutileza de tus palabras.

Cuando la sinceridad se superponga al vacío de pensamiento y las luciérnagas brillen más dentro de fases nocturnas.

Quiero cantar y velar por tu estrella distante, adyacente a un cielo que anhela expirar su pasión.

El lamento frustra estas palabras. Son de gracia, quizá de consolación. Pero la rutina ha hecho el “click” necesario. El río continúa fluyendo.