Julio Noel

En una apacible tarde del mes de mayo

En una apacible tarde del mes de mayo

me cautivaron los verdes ojos de una rosa,

era de entre todas las rosas la más hermosa

e hirió mi corazón con su flecha como un rayo.

 

Su verde mirada provocó en mí tal desmayo,

que hechizó mi alma con una ola vagarosa

de perfumada esencia, sutil y primorosa,

que me postró ante sus lindos pies como un lacayo.

 

Desde entonces mi vida no es más que un feliz sueño,

que vuela por las celestes regiones etéreas

pobladas por astros plenos de luz y color.

 

Esa bella Rosa será por siempre mi dueño,

que me guiará en el evo por las ondas aéreas

como bravo adalid lleno de luz y esplendor.

 

Suspiros y sueños de amor