El dominio de lo apreciativo se sensibiliza inaudito
rumores cósmicos vaticinan tu presencia.
Amanecen los soles que durmieron insensibles
Se adueñan las siluetas de tu rostro lejano
Vibran desbocadas las partículas de la memoria
Solicito, ileso, me acomodo a la timidez de tus pasos
Cede la sed de mis ansias al abrigo de tu mirada intensa.
Atisbos de paz se esparcen a tu arribo
La necesidad de ti se sacia en la contemplación.