Tan melancólicos como tarde agonizante
recorren mis pensamientos las calles.
caminan con arreboles cianóticos
sobre sus cabezas frías y fatigadas.
Buscan la paz...
Buscan el descanso que yace en tu piel.
Tus muros se elevan en llamas
y el segundero de tu reloj se hunde en mí.
Las vanas prosas se desprenden
de mi solitario ímpetu.
Y en la iridiscencia, vivo la gloria impoluta
del paráclito rugiente en tus pupilas.
Pero el bufón pirueta sobre la almarada
del tintero sombrío de mis lamentos.
el valle de mi retórica se funde en la pena
y me abruma la soledad del papel.
Las contiendas del vil espíritu terminan
y desciendo al ebanoso túnel de caoba.