Amando y odiando,
odiando y penando,
penando y pensando
en ese amor del pasado.
Pasado insistente
que insistente regresar en cada otoño,
otoños llenos de colores que le pertenecen a la primavera
cuando sus labios eran la única autopista que recorría ella.
Autopista con memorias recorridas en el frio del alba,
caliente respiros que humedecen su cama,
exhalando el frio vacío que siente su alma,
luchando por retener por un solo segundo
a esa memoria que nuevamente se apaga.
Y ahí en esa plenitud - el aborrecimiento regresa
con todos sus tentáculos adueñándose de ella.
Nuevamente y simultáneamente vuelve a amarlo y odiarlo;
y vuelve a odiarlo y a penarlo,
a penarlo y pensarlo continuamente,
y su mente recorre oscuras autopistas
donde moran los restos del amor que le entregaba.
Y ahí, en la gloria de todo su odio el olor de su hombría a sus labios regresa,
nuevamente lo ama, lo besa y lo acaricia sin apuro o pereza,
sintiendo la fuerza de su cuerpo incrustándose en ella,
sintiendo fuetazos de pasión que van invadiendo su cuello,
y en su desesperación lo llama sin consuelo,
y lo llama y lo llama con mucha insistencia,
sus ojos ahogados en furia y resistencia
vuelve a llamarlo sintiendo que las paredes se encierran,
entretanto ella desahoga su vacío, mientras ese recuerdo resalta su pena.
Finalmente con su afán debilitado y levemente respirando,
fijándose en las paredes de su habitación nuevamente tomando su ancho,
como el alba remolca el frio de ese vacío que penetra su alma,
simplemente se declara que todavía puede tenerlo aunque:
Lo ame y lo odie,
lo odie y lo piense,
lo piense y lo siga penando,
aunque ya nunca más lo tenga a su lado.
LeydisProse
11/6/2019
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