Bolívar Delgado Arce

AZOGUES, 199 AÑOS DE EMANCIPACIÓN POLÍTICA

            A MI TIERRA

¡Se inflama el pecho palpitante,

 y sale mi voz cual ovación

para decirte el poema gigante,

que es tu nombre, Azogues del corazón!

 

Quiero poner tu nombre de balada

sobre los Andes izado cual bandera,

que destaque orgullosamente enarbolado

como egregio himno sobre la cordillera.

 

Azogues, perla exótica engastada

en el corazón de la tierra Latinoamericana;

eres la lumbre bicentenaria que encendida

enorgullece la serranía ecuatoriana.

 

Paraíso hermoso, soberbia capital

del suelo cañarejo,

heraldo del trabajo y progreso nacional

herencia Cañari, del Incario añejo.

 

Azogues, emporio, pergamino, historia

academia de folclor y de cultura,

cuna de hombres ilustres que gloria

a la patria dieron, y aún hoy fulgura.

 

Fortín de hermandad con pueblos vecinos,

pencil de belleza y candor tus mujeres,

te resguardan dos égidas eternos,

Abuga y Cojitambo, colosal Azogues, eres.

 

Ellos, de la bravura son testigos

de tus hombres que luchando con pujanza,

destrozaron los yugos enemigos

y te libertaron, con pico, pala y lanza.

 

Duermen en los tiempos: Luis Cordero

Francisco Carrasco, Carlos Aguilar Vázquez

Ignacio Torres; Javier Loyola, tu héroe del Clero;

Aurelio Ochoa, Juan Bautista Vázquez…

 

Tierra hospitalaria y fecunda

tambo preferido del gran Inca,

donde muestras rica tierra que circunda

aquel templo inmortal de Ingapirca.

 

Bien se ve en las tierras del Burgay,

San Marcos y Zhoray, tanta riqueza

Guapán, Chuquipata, Pindilig, Taday

San Miguel y Bayas, todas hacen tu grandeza.

 

¡Ciudad de San Francisco,

tierra de retamas, grandioso Peleusí!

promesa, valor, del Cristianismo obelisco

te llevo en mi alma desde que nací.

 

Las notas de “La Azogueñita”

resuenan en tus valles y colinas;

¡Salve Azogues mi cuna bendita

te cantamos en tus fiestas novembrinas!

 

¡Salve Azogues mi tierra, mi patria

salve os digo con viva emoción!

pueblo mío, ayer y siempre gloria

representas, ¡Azogues del corazón! 

 

              

                                      Bolívar Delgado Arce