Carlos Gustavo Gerez

Ese corredor enamorado

Lo he visto correr nuevamente por el parque

En su refugio ideal, en ese receptor de su felicidad,

Iba queriéndole ganar a su propia sombra,

En el frescor de la mañana, que olía a tierra mojada,

Se envolvió con aromas de los verdes eucaliptos

Y los rosales que hay por calle Olaechea,

Rompen las ramas y las hojas secas sus distraídos pasos

Que levitan por milésimas de segundos.

Saluda, levantando su mano, a cuantos encuentra,

Se interna, se pierde y se demora en su andar,

Y no retrocedió su mirada, hacia mí,

Los sonidos que se mezclan en el aire

No lo distraen en su andar.

Al llegar a la avenida Alsina, giro a la izquierda,

Y fue en busca de las costas del rio dulce,

Una suave brisa, borro las huellas de sus pisadas,

Como queriendo que nadie lo encontrase

Y yo lo seguía muy de cerca, con mis pasos cansinos,

Con mi pluma mágica, con vocales y consonantes

Queriendo enredar palabras que describan en prosas

A este solitario hombre enamorado,

Acelero un poco su ritmo, me quise acercar a él,

Preguntarle por su amada, mas se perdió en la distancia,

Me quede muy atrás, tal vez mañana volveré,

Y tenga la suerte de encontrarlo,

Y quizás me convide su historia de amor

Y los refleje yo, en estas hojas en blanco

Que reservare para él.