Alberto Escobar

El Lago

 

Me pongo nerviosa tranquilamente
porque soy transparente
con tanta atención me distraigo
y tan de repente
que sin moverme me desplazo
y sin querer voy deseando
la raquítica suerte
de no buscarte ya nunca
y de querer encontrarte siempre.
Ajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


El amanecer me atrae al lago.
Salgo por la sombría puerta de la cabaña cuando el Sol apenas asoma.
El frescor revitalizante de la mañana me repele y atrae al tiempo,
deseo hundir los pies en el hilo de agua a la orilla del lago, un agua
que nace fría de su piélago y caliente del rayo que principia sobre la arena.
Extiendo hacia mi interior la verde superficie uniforme y undosa para ganar
la inmensidad que el lago representa; dispóngome a sustraer la barquita
de su prolongado sueño, en el trastero de atrás, hasta meterme de lleno
en sus cuadernas y surcar las aguas, que parecen en espera.
Un cadencioso paleteo me va ahondando en lontananza, el lago, herido
de insistencia, no aparenta quejarse ante el instigar afanoso sobre su lomo.
Me pregunto, pronunciando la vista sobre las aguas, qué tesoros albergará
el invisible mundo que yace bajo la superficie.
De repente, en la molicie del pensamiento, una adragonada criatura
que se debate sobre el casco disputa su gravedad contra el deseo
de compañía; su desconocimiento me sume en una impulsiva angustia
que crispa de inquietud mi rostro.
La miro de frente, es una más de tantas criaturas que procuran subsistencia
allende las aguas; no es ningún monstruo que deba alentar mis recelos.
Es una criatura que ha saltado de la oscuridad de mis lagos para facturarme
su existencia, pretende ser trascendida tras ser mirada de hito en hito, 
a los ojos, por mí.
Sé que transcurro, que me deslizo sobre un lago de ignorancia del que surgirá
si lo invoco todo fantasma que haya sido indebidamente ignorado; sé que la
barquita en la que yago es de nuez, de una vigorosa fragilidad húmeda de
quimeras, mas se basta para la travesía.

Si naufraga me espera leña en la leñera para conjurar la derrota
y aparejar otra barca.