Julio Noel

A la orilla del mar

A la orilla del mar el liróforo cantaba

a su dulce amada sus tristes quejas de amor,

el apenado se quejaba con tanto ardor

que hasta el inexorable austro de él se apiadaba.

 

La reverberación del mar su angustia aumentaba

con los esplendorosos destellos de fulgor,

forzando al afligido vate con gran dolor

a abandonar la orilla del mar que tanto amaba.

 

Amor, ábreme tu flamígero corazón

para que sus llamas devoren mi triste pena

y de nuevo feliz a tu lado pueda estar.

 

Si te he herido, después de pedirte perdón,

anhelo que de mis labios una frase amena

oigas: «nunca jamás podré dejarte de amar».

 

Suspiros y sueños de amor