Carlos Gustavo Gerez

Mujer, mi sed infinita

Se hunde el sol en el horizonte

Y los aromas penetrantes de mi jardín

Se mezclan con la cálida fragancia

De tu piel que me embriaga hasta el alma,

Descubro que mis versos

Se subleva ante tu imagen, y aquí dentro,

Siento como caigo rendido a tus pies,

Como pierdo la razón al tacto de tus manos  

Me seducen tus labios que invaden mis rincones

Poniendo mi mundo al revés.

En mi cabeza deambulas vestida de gala

Y creyendo que no te miro, suspiras,

Y lanzas un beso de licor que prolonga la noche

Que vence las horas, que acortan las distancias.

Abro el ventanal y un cielo azul brillante de estrellas

Me atropella con su luz, y tú, vas arreándome mujer,

Hasta nuestro lecho donde abrimos el telón

A nuestra escena de amor desmesurado.

Me tiembla el corazón aturdido de pasión

Mientras le pones un candado a la noche

Que en silencio muere lentamente,

Y es el eco de tu voz, diciéndome te amo

Que retumba en mi interior como un tambor.

Humedeces mis versos con el sudor

De tu cuerpo acurrucado al mío,

Y siento como una sed infinita

De beberte mujer cada noche.