alupego (Ángel L. Pérez)

LA TIERRA GRITA Y SOLLOZA

LA TIERRA GRITA Y SOLLOZA

 

Piensa el humano que es amo,

de la Tierra que le alberga

y el necio no se da cuenta,

que no hay ser que la posea.

 

Qué lejos queda la senda

que el respeto recorría

y que cerca el atropello,

de quien lo obvia cada día.

El camino es laborioso,

pero sabe la experiencia,

que el respeto es la conciencia

para acortar la agonía,

de la tierra que nos crea.

 

Grita el árbol cuando sangra,

la savia empapando el tronco

de su esbelta envergadura.

Rompe el hacha su estructura

y a la muerte le condena.

Raíces que se extendían

para enriquecer la tierra

y ramas para dar sombra,

a cansadas criaturas.

 

Quedó el amor en la tierra

con el sudor impregnada,

del ser vivo que la preña.

Su inmenso vientre recibe

con agrado la cosecha

y generosa devuelve,

lo que en su seno se siembra.

De los seres no reniega,

aunque rompan sus entrañas,

para cobijarse en ella.

 

Guirnaldas ente los cardos

con irisados reflejos,

de belleza singular,

suaves guedejas de sueños

para poder soportar,

las travesías en ruinas

y unos sutiles destellos,

de un sentido corazón.

En la penuria la rima

de una mágica canción.

 

La Tierra cansada llora,

lágrimas de polvo y sal,

cuando sus carnes devoran.

Gime en silencio su núcleo

con saña herido de muerte

y se agrietan sus paredes,

perforadas sin piedad.

Ronda la noche y se atreve

a dar cobertura al sol,

cuando la mañana crece.

 

Que lejos quedó la luz,

nítida fuente de vida.

Que cerca la esclavitud,

que entre las sombras acecha.

Y soñando que se aleja,

la luz, alumbra más cerca.

A.L.

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15/10/2019