kavanarudén

Una tarde de otoño

 

 

A lo lejos se escuchaban las campanas.

La tarde cae dejando a su paso un halo de nostalgia.

Las palomas revolotean buscando sus nidos. 

El sol a lo lejos fenece mientras las tinieblas calan despacio.

El viento trae un suave aroma a azahar, producto de los naranjales cercanos.

Las estrellas tímidas se asoman, mientras la luna aún estaba ausente.

Momento íntimo oteando al horizonte.

Desgrano silencios, hilvano recuerdos envueltos en plegarias. 

Agradezco a la vida por tantos momentos, no solo los buenos, sino también aquellos que fueron dolorosos y pusieron a prueba mi alma. A pesar de todo lo malo que ha pasado, aquí sigo, nada me ha derrotado. Han sido fuertes mis caídas, han sido grandes mis heridas, pero ni siquiera ellas me han quitado las ganas de seguir caminando en esta vida. No voy a ocultar que en ocasiones me tiré a llorar, pero esas lágrimas me hicieron más fuerte. Tengo la certeza de que aunque caiga mil veces, siempre lograré ponerme en pié, porque solo no estoy, Tú estás conmigo y me haces fuerte.

Cierro mis ojos, respiro profundo, me entrego por completo y repito una y mil veces: Gracias Padre, gracias.