Matias 01

VISPERA

Ya debe estar cerca el día,

el reloj cojea, reflexiona, se pone el sombrero del sueño,

y como un desafilado colmillo, avanza.

Ya debe estar cerca,

la boca del reposo, con su puerta de entrada

sin salida que se pone dulce

y luna es una pupila de miel

que nos seduce.

 

Ya debe estar cerca el minuto,

el dolor se calma, olfatea su sembrío de orfandad

y humea entre sus dientes el luto café

de la desdicha.

Ya deben quedar pocos los minutos,

y pocos los luceros en las ojeras

que salen disparados de su tristeza

hacia los ojos del universo.

 

Entonces acaba con tu llanto y busca tu nombre

en alguna piedra, 

desahucia tus espinas, desayuna con tu migraña

no dejes el rencor en las toroidales brumas

de tus rincones;

Desempolva tus colores y abrázale a tu pecho

por haberlo ignorado,

limosnero de tus manos,

vagabundo de tus pies, aprieta a tus pulmones

y deja caer tus mascaras

que la paz atisba con todas sus vertientes.

 

Ya debe estar cerca el lugar,

la almohada se acomoda, la mortaja se levanta

imparcialmente y se aclimata con su cuerpo

a la hora de la cena;

Los zapatos desocupados

se abrazan como obreros satisfechos,

el café se hace noche y solido en su amargura,

el sol se recoge de los ojos

en esta tarde que las sombras rondan de puntillas

alrededor del orden de tus huesos

y la posición de tus costillas;

 

Creo que ya es el día, el minuto y el lugar;

Se acumulan los abrazos y las flores negras,

se condensa el dolor en la madera

que ha de hundirse perpendicularmente;

Se asoman los hemisferios

con su tiempo muerto, los hijos de los hijos

y los hermanos del pasado

con sus recuerdos sigilosos;

Se acercan los órganos y sus actos,

las lágrimas y sus ojos, los besos y sus labios,

paso a paso el cuerpo y sus negaciones;

 

Creo que ya es el instante,

abraza a tu silencio con fiebre y todo,

baila con los peces en el mar de llanto,

búscate en los ojos que no has visto

y desempolva tu sonrisa de mamífero

para el retrato que te ha de suplir

cuando estés ausente;

Ahora que el mañana es eternidad que se abre

con su incertidumbre, besa a tus clavos rigurosos,  

destila la luz sin cielo de tus ojos,

despídete sin peso de todos

y ve con tu alma hacia esa paz uterina del Señor.