EL QUETZAL EN VUELO

PARA CREER EN TUS PRIMAVERAS

No  es que rechace tus primeras letras que llegan a mi cuaderno,

Es que veo que ya es mi tarde y para ti una mañana de primavera, Mi corazón también fue un libro en blanco que todos visitaban, Hoy se ha vuelto un viejo cuaderno lleno de borrones y hojas maltrechas, cómo de niño de primaria, después del recreo.

 

 

Sí, escribí mil versos, toneladas de tinta y ríos de vino por mis noches; Pero siempre al llegar un día, el otro se iba, duraba una canción y medio poema siempre me quedaba añorando su regreso y disfrutando el olor a olvido, Alguien por ahí regresaba a arrancarme el pedazo de corazón que quedaba moribundo.

 

 

Yo siempre estuve dispuesto a darlo todo, entregar la noche como si hubiera comprado el siglo, pero aquello duraba solo un suspiro. Mis sabanas llevan entretejidas todas aquellas promesas no cumplidas. Las cuatro esquinas de mi cama, conocen el rumbo que cada ilusión tomo y mi lámpara anoto la hora de partida.

 

Ahora que me dices, que vienes siguiendo las huellas de mis poemas, Quisiera que entendieras que yo no soy mis poemas, ellos no están  en mí, salieron,  como sale mi grito de dolor por las noches oscuras, Mis poemas son los torrentes de sangre y dolor que mi corazón lanza en la noche desierta y oscura.

 

Como creerte que tú, siendo primavera, quieras adornar este tronco viejo, olvidado en el bosque indómito de las letras; refugio de sueños y fantasías, arropado por el dolor y la nostalgia de muchos amores que han dejado su huella en la parte oscura de mis  luminosos versos.

 

Claro que me gustaría compartir mi otoño, que me enseñaras a ser primavera, que duraras más de cuatro estaciones, que me ayudaras a borrar mis desilusiones, que cambiaras ese olor a nostalgia y olvido, Que vivieras para mí, vivir para ti y viviéramos lo que no hemos soñado.

 

Quiero encontrar a alguien que no sea cielo, que no sea viento,

Que no me lleve a todas partes y ninguna. Quiera encontrar un árbol donde pueda reposar mis alas y dejar de volar, ver el cielo y no ser parte de él y no buscar el viento  para que me lleve a otro lugar.

 

No se cuantas veces he escrito mi último poema en situación de muerte y luego renazco y va de nuevo sobre mas aventuras, detrás de esos labios y atrapados en la falda larga y rendida cantar de madrugada, despertar y encontrar una nota agradeciendo la noche y tanto amor.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO