Rafael Merida Cruz-Lascano

LAS LLAGAS DEL CAUDILLO ENAMORADO

 

A: San Francisco de Asís

Poema épico.

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¡Oh Señor!  Yo no encuentro mi camino

pido tutelar mi humana andadura,

pero acercarse a ti mi alma procura

creo que tu soberana hermosura es mi destino.

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Por ingrata necedad yo no te seguí

No atendía, de tus plantas la llagas,

sin embargo, tu, mis dolores apagas

porque con misericordia tu cuerpo ya comí.

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Un caudillo, tu andar, no ha cambiado,

su pecho emana la misma pasión

con el regalo de mística reflexión

recibe, el heraldo enamorado.

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Jesucristo una llaga veo en tu diestra

Y con el amén en que despertamos

con Francisco de Asís, sois mi samaritanos,

trae la PAZ y BIEN que tu le muestras.

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Plenas, manos sagradas, llagadas manos

donadoras que tiernamente nos bautiza

y que el guerrero de Umbría cicatriza

al unirnos al hogar de seráficos hermanos.

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Señor, tócame con tu milagrosa mano

la misma que me tiendes, llena, generosa,

ya no me aflijo, mi espíritu en ti reposa,

con mi alma, ojos, lengua, amor mariano.

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Me abrigo en tu dolor, Cristo Crucificado

Tu costado que llena de esperanza,

esa herida mortal, de consumada lanza

que derramo la sangre, por EL PADRE proclamado.

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Tu pecho esparrama encendido fuego

siente como el pecho se va quemando

su aceptación de consuelo se va fermentando

me inclino a besar la herida de tu costado, luego.

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Imitando al vivo crucifijo, Francisco agoniza

lentamente amando sin reposo encuentra paz

el de imples cosas, sencillas, hermosas, sin disfraz.

El heraldo del Rey sigue las huellas y se Eterniza.

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Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano OFS

Guatemala, C.A.