Atrapados en el orgullo,
dominados por los apegos,
enfrascados en el egoísmo,
pasamos caminos equivocados.
Perdidos por la impotencia,
enloquecidos sin respuestas,
aniquilados por la rabia,
caímos en pozos oscuros.
Manchados por el barro de la impureza,
refugio fácil en los placeres vanos,
siluetas falsas de la felicidad del mundo,
nos quebramos el corazón y el alma.
Deseando amar verdaderamente,
chocamos con la sed del egoísmo,
corazón centrado en vanidades,
alma manchada por pasiones pasajeras.
Cuando decidimos dar un paso
al camino del amor verdadero,
el corazón toma la mejor dirección,
llenarse de la presencia de Dios.
Cuando sientes el abrazo de tu Padre,
abrazo de ternura y misericordia,
aprendes a amar con un corazón nuevo,
corazón que se llena de perdón y comprensión.
Llega a tu interior un amor limpio,
amor puro que vigila la salud del alma,
amor de Dios que nos rescata de la oscuridad,
amor que nos concede la sabiduría para enfrentar
a un mundo colmado de frivolidad.