Dayanara Mondragon

Un día cualquiera

Un día cualquiera

No vacilo, no persigo ilusiones,

no desato sentimiento autónomos o de amor propio,

que alimenten egos y desaten la soberbia o el orgullo.

No reto al destino a darme sucesos por adelantado;

no busco respuestas, donde los necios o insensatos,

creen ver su camino y su verdad.

No me fío de ningún hombre, ni siquiera de mi misma; pues,

hasta yo me he mentido, y he tratado de salir por la puerta angosta;

pensando, que así, podré salírme con la mía

y lo único que he conseguido,

es arrastrar una pesada cruz de dolor, remordimientos y dos hijos;

y sé, que de ella descansaré, cuando la verdad se sepa

o cuando me haya ido.

Pero a todo esto, no lloro ni me atormento,

cuando sea el momento apropiado, en el momento preciso

ni tarde ni temprano, podré soltar mi pesada cruz,

dejarla en el camino y seguir sin ella.

No temo por el futuro y no todo el pasado, es pesado,

mucho de ello, ya lo he dejado allí, donde pertenece;

veo, que no todo está mal, si en algo me equivoco

sé que lo puedo cambiar o mejorar,

en eso me concentro cada día.

Sólo unas cuantas cosas necesito;

un amanecer, un despertar

y un nuevo día, tener, para amar.