Nervio errante

El puto sendero de la decepciĆ³n

Hace semanas rozaba esa sensación que nos venden como felicidad, ahora no puede ni concebirla. Al alba caminaba por arduos senderos rumbo a la estabilidad, cuando se encontró con la silueta de cuatro jinetes. Estos le retuvieron el paso y le advirtieron que nunca vería la luz del día, que ha de estar miserablemente casada con la noche para apaciguar con sustancias el pesar del tiempo. ¡Pobre de ella, qué solo ansiaba encontrarse con la presencia de la señora muerte!