Gerardo Guaza

A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Tu alma henchida

amenaza con rasgar

la madrugada,

un aluvión de primaveras

te precede musicando

tenues melodías.

El mar petrificado

espera tu aliento

para ser de nuevo ola,

sobrio arco iris

que una la poesía

con tu eternidad.

Dios-hombre, Dios-niño,

inmanencia perpetua

será tu palabra

como tú querías,

alma errante,

peregrina fiel

de la belleza inasible.