Yo era la típica niña callada y tímida, lo cual no era tan mal visto en esos días de mi tránsito por la Escuela Primaria- Pero este carácter no impidió que tempranamente hiciera conocer mis aptitudes para las letras, cuando supe leer ese cartel que mostró la docente, donde decía LA DAMA Y EL CABALLERO- Creo que las maestras de primero y segundo grados eran amables y afectuosas, aunque tampoco tengo muchos recuerdos de ellas, pero la de tercero pasó a ser para mí una bruja malvada, cuando ese día me tachó con una cruz roja mi división perfectamente resuelta, solo porque me había apurado en escribirla en mi cuaderno- Sí me acuerdo con cariño de la Señorita Mañeca, de cuarto y de la paciencia que nos tenía, mientras que la Señorita Chochi, de sexto, había impuesto el terror en el aula, lo cual más tarde comprendí, cuando me tocó dar clases en la escuela, que era su forma de instaurar cierto orden, no siempre fácil de lograr en las aulas escolares- Creo que yo era la única que me atrevía a contradecirla, pues por esos años ya me había vuelto bastante rebelde, rebeldía que me acompañó durante el séptimo grado y toda la secundaria-
La escuela pasó a ser algo así como mi segundo hogar, en el sentido en que allí me permitía expresarme libremente con mis compañeros y maestras (nunca tuve un maestro varón)- En las pruebas de evaluación que nos tomaban, acostumbraban sentarse a mi alrededor mis amigos y otros no tan amigos, ya que así me lo hizo saber años mas tarde, un taxista al cual habíamos llamado para buscarnos, junto con mi marido, a la casa familiar en la cual crecí- Según comentó este señor, él había logrado terminar la primaria gracias a mi ayuda, lo cual fue para mí un halago, pero no dejó de parecerme una exageración de su parte- No recuerdo haber sido objeto de bullyng, al menos por esos años, aunque sí de haber molestado, junto con Nora, mi amiga inseparable, a una compañerita a la cual le decíamos “la acuseta” y, mientras más nos delataba, nosotras mas nos ensañábamos con ella- Es que este tipo de actitud no era muy bien visto por muchos de nosotros, a diferencia de lo que me tocó vivir luego como docente con mis alumnos, que se acusaban continuamente y sin ningún tipo de remordimientos- No me agradaban los actos escolares, ni que me llamaran como escolta de la bandera, y luego como abanderada- No entiendo bien por qué no me gustaba esto, cuando debería haber sido motivo de orgullo, pero tal vez era porque en casa me hacían colocar el guardapolvo blanco almidonado y guantes blancos, además que tenía que permanecer tiesa al frente, durante todo el acto-
No poseo en mente recuerdos de haber tenido demasiada predilección por alguna maestra en particular, como para calificarla de “mi maestra inolvidable”, pero sí rescato de mi escuela primaria el haberme inculcado lo que era el compañerismo y la solidaridad, lo que era el trabajo en grupos, así como también haberme brindado las bases del razonamiento, lo cual luego me permitió utilizarlas en mi tránsito por la universidad, especialmente, y también en mi carrera profesional- Tal vez no se acostumbraba a estimular mucho la imaginación ni la creatividad, pero sí teníamos materias como plástica, música y hasta una vez tuve la oportunidad de ganar un premio literario por un cuento que redacté en conmemoración al Día del Ahorro, lo cual sí fue para mí un orgullo- También me encantaba participar en los festivales gimnásticos que solían realizarse a fin de año y me acuerdo una vez haber hecho un número en grupo con aros, en la cancha de Belgrano de Córdoba, tal vez como celebración de algún evento en particular-
Esos son los principales recuerdos que tengo de mi agradable tránsito por la escuela primaria- Saludo especialmente a los maestros y maestras Argentinas en su día (es el 11 de septiembre), y a todos los docentes en general les deseo FELIZ DÍA!
Susy Espeche
10 de septiembre de 2019
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